Godzilla

Crítica de Alan Echeverría - Cinéfilo Club

Goji is the King!

Esperada como pocas, Godzilla ha suscitado un grado de ansiedad elevado en el público a través de un aparato promocional de lo más intenso e inquietante de los últimos tiempos. Tras aquella proyección que no terminó de enlazar bajo la manga de Roland Emmerich, la historia adquiere una metodología distinta en cuanto al tono y a la forma de presentarnos los acontecimientos, esta vez desde la dirección de Gareth Edwards. Podrá gustar o ser odiada, debido a ciertas determinaciones de las que muchos disten. Las medias tintas tal vez queden un poco al margen en la balanza que dictamine la puntuación del film.
En esta entrega se dejan de lado aquellos tintes de humor que intentaban amenizar la narración en la edición que protagonizaba Matthew Broderick y se invoca más hacia el flanco dramático, al incluir y al mostrarnos sucesos que giran en torno a la familia. En ese lazo, Bryan Cranston saca chapa de su nivel actoral para lucirse como Joe, un ingeniero radicado en Japón, en una planta en la que algo fuera de lo común acontece, cambiando rotundamente su vida. La elección de insertar en el reparto a la figura máxima de Breaking Bad es un elemento que juega fuerte a la hora de sumar adeptos a la convocatoria a las salas; oficia como un plus o condimento extra principalmente para fanáticos de la prestigiosa serie de Vince Gilligan. Acompaña el joven (inflado muscularmente) Aaron Johnson (Kick-Ass).
Existe un factor en la película que obra como divisor de aguas en materia de opiniones, separando a detractores de defensores del producto dirigido por Edwards. Ese punto de inflexión tiene que ver con la no abundante aparición en escena del monstruo marino, precisamente el aliciente o atractivo primordial de la cinta. Gojira asoma algunas de sus escamas, deja ver su lomo bajo el agua, pero cuando el observador quiere ver su porte por completo, un movimiento de cámara nos traslada hacia otro lugar. Lo bueno se hace esperar, dicen, y eso es lo que ocurre aquí; la inquietud muta a un estado de admiración cuando Godzilla finalmente se destapa y, con todo su esplendor, acapara y conquista cada una de las miradas expectantes.
Diferenciándose de Guillermo del Toro, quien no escatimaba en Pacific Rim al momento de la exhibición de peleas demoledoras que ocupaban bastantes minutos en pantalla, el realizador Edwards evita recaer en la repetición constante de enfrentamientos atronadores y escandalosos entre gigantes y simplemente nos va dando pequeños pero gratificantes sorbos de acción en los que nuestro heróe, fortachón y de aspecto intimidante, se mide con criaturas de dimensiones similares.
Quizás con algunas fallas de guión pero con una interesante manera de abordar las situaciones y de explotar, como se citaba anteriormente, más el drama que las pinceladas de comedia y los brotes continuos de ardor y batalla, el film se hace vigoroso cuando Godzilla emerge. Se toma su tiempo, es verdad, algo que puede incomodar a muchos y no molestarle a otros. Allí es cuando la controversia dice presente.

LO MEJOR: el modo de introducirnos en los hechos, bien contado. Los momentos de Cranston. Godzilla, de presencia fuerte, intimidante y admirable.
LO PEOR: se percibe alargada hacia el final. No termina de saciar las expectativas tan grandes que generó con su promoción.
PUNTAJE: 6,8