Godzilla vs. Kong

Crítica de Mariano Casas Di Nardo. - La Prensa

'Godzilla vs. Kong' no decepciona ni se aleja caprichosamente del estereotipo para brillar. Reconoce su lugar y cumple con todas las características del género. Guion forzado y cuasi absurdo, destrucción a borbotones y los rasgos cliché de los personajes a la perfección; o sea, una pareja de héroes por un lado, un ambicioso devenido en villano por el otro, un puñado de frikis claves para la historia, y por supuesto, los dos tanques que le darán acción a la cinta.

Aunque algo sí cambia de la estructura básica: la introducción no aburre en explicaciones largas sino que en los primeros minutos ya hay escaramuzas de las buenas. Y eso se repite constantemente hasta su final. Godzilla no tarda en aparecer y, por el bien del entretenimiento, se agradece.­

Para disfrutar del filme no hace falta haber visto sus antecedentes 'Godzilla resurge' y'`Kong: la Isla Calavera'. Pero quienes las hayan visto tendrán una idea más acabada. Porque Godzilla ya no es el que era, no ataca porque sí; y Kong hasta está civilizado, se comunica con una pequeña, por lo que se vuelve como un último recurso ante un peligro de escala superior. Pero aún así se miden, se desafían y sus batallas titánicas son de un nivel visual como pocas veces se vio en cine. Dos colosos frente a frente, ante la incógnita de quién ganará. Uno es más fuerte que el otro. Se nota, lo muestran, pero en el cine todo vale. Estados Unidos, por un lado: Japón, por el otro. Tampoco es cuestión de comenzar una guerra antropológica por un simple guion desequilibrado. Entonces hay un giro inesperado.­

Pero como el ADN de los norteamericanos es plantar bandera primero, sus tres heroínas, la doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall), Madison Russell (Millie Bobby Brown) y Jia (Kaylee Hottle), la interlocutora entre Kong y el mundo; quedan mejor paradas que su competidor Ren Serizawa (Shun Oguri), el cerebro armado detrás del malvado Walter Simmons (Demián Bichir).­

'Godzilla vs. Kong' es entretenimiento total. Diversión de principio a fin. Dos horas de adrenalina visual. Lo que se busca en este estilo de películas. Ninguna realidad, cero intelectualidad y sí pura fantasía, contada de la forma que debe ser contada para recibir el aplauso final de la platea.