Glass

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La primera pregunta que surge al ir a ver “Glass” es ¿hace falta ver las dos películas anteriores de esta trilogía? Y la verdad es que sí, hace falta tener una referencia de “El protegido” (2000) y “Fragmentado” (2016). Pero lo más interesante es que, en el caso de que el espectador no tenga la menor idea de la trama, no saldrá decepcionado y entenderá, al menos, un concepto general. “Glass” tiene un error grave, y es la primera mitad de la película, que se hace soporífera, muy hablada, lenta, con poca acción. Pero en la última hora va tomando forma hasta redondear un cierre con moño y todo. Esta es la historia de cómo el universo del comic se asocia al de los mortales. Kevin es un villano de múltiples personalidades (impecable McAvoy), David es un héroe encapuchado (un inexpresivo Willis) y Glass es una suerte de mente brillante que quiere reivindicar la mística del comic y su conexión con el mundo real (Samuel L.Jackson, efectivo). Lo más jugoso de esta batalla entre David y Kevin+Glass es cómo los personajes secundarios comienzan a ganar peso en la historia, como la joven que tienen un vínculo afectivo con Kevin; y el hijo de David, que defenderá a su padre hasta el último suspiro. En medio de este caos, la doctora Ellis, especialista de los recovecos de la mente, buscará el equilibrio entre el mundo real y el de ficción. Por el final, vale la pena verla.