Glass

Crítica de Mariano Patrucco - EL LADO G

La genialidad visual y el bochorno con el texto conviven en Glass. Un muestrario de los mayores aciertos y las peores falencias que hay a lo largo de la filmografía de Shyamalan. El trabajo actoral logra rescatar este cierre apenas digno para una trilogía que despertó grandes expectativas y finalizó con su eslabón más débil.

Después de sorprender al mundo con Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), la segunda película más taquillera del año después de Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma, el cineasta hindú sorprendió al mundo y se instaló como uno de los nombres más populares y brillantes de Hollywood en la época. A su éxito inicial lo siguió con dos grandes películas: El Protegido (Unbreakable, 2000) un film que deconstruía y repensaba los mecanismos y narrativas presentes en los cómics de superhéroes dentro de un contexto anclado en la realidad. Los espectadores entraban esperando un drama con tintes de thriller psicológico y se iban maravillados por la premisa oculta de la película.

Dos años más tarde, el director amante de Hitchcock y Spielberg entregaría Señales (Signs, 2002), la historia de una familia lidiando con el duelo y una crisis de fe que deviene en thriller de ciencia ficción cuando unos extraños e inquietantes alienígenas aparezcan en la tierra y comiencen a acecharlos. Después de la dispar La Aldea (The Village, 2004) y cuando el público comenzaba a acostumbrarse (y hartarse) de sus finales con plot twists y los diálogos torpes y cargados de exposición, su carrera sufriría un intenso declive que parecía no tener final.

Dos años más tarde, llegaría su primera bazofia infame conocida como La Dama en el Agua (Lady in the Water, 2006), un proyecto nacido del amor que Shyamalan siente por su propia genialidad y alimentado por su ego inflado por la prensa y sus fans (a modo de ejemplo: en la película, Shyamalan encarna a un autor que escribirá un libro tan genial y lleno de ideas revolucionarias que inspirará a un joven a convertirse en un líder mundial que cambiará el mundo para bien, pero el escritor será asesinado por eso. Él, abnegado artista dispuesto a mejorar la humanidad, decide valientemente morir por su obra para salvarnos a todos). Y no me hagan empezar con la protagonista a salvar, llamada Historia (¿entienden chicos? Es una metáfora ¡Brillante!).

A ese bodrio seguiría con El Fin de los Tiempos (The Happening, 2008) un film de eco-terror que pretendía ser algo que asuste de verdad y terminó siendo un espectáculo lamentable que da miedo de lo mala y pobremente ejecutada que es (cuando las primeras críticas y reacciones negativas empezaron a surgir, Shyamalan fue rápido en decir que su idea siempre fue “hacer una película clase B” cuando las entrevistas previas del director y el marketing de la película indicaban un thriller serio y terrorífico), la mala racha siguió con sendos desastres genéricos como El Último Maestro del Aire (The Last Airbender, 2010) y Después de la Tierra (After Earth, 2013).

La carrera del director daría un giro con la correcta y efectiva Los Huéspedes (The Visit, 2015) y volvería al centro de la escena con la sorprendente Fragmentado (Split, 2016), thriller sobre un individuo trastornado con 23 personalidades diferentes a la espera de la aparición de una nueva personalidad bestial con poderes sobrehumanos. Grande fue el asombro cuando los espectadores descubrieron en una escena post-créditos al mejor estilo Marvel que Fragmentado era una secuela encubierta de El Protegido. Sí, atestiguamos la historia de origen del villano que David Dunne debería enfrentar. 19 años después del estreno del primer capítulo de esta trilogía el hype está por las nubes y los fans esperan ansiosos el enfrentamiento del héroe con sus villanos, aunque tal vez deberían bajar un poco sus expectativas.

Las múltiples personalidades de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy) están preparando el terreno para una nueva aparición de su faceta más bestial. El justiciero David Dunne (Bruce Willis) está en la búsqueda de cuatro jóvenes secuestradas para alimentar a La Bestia. Sus caminos se cruzarán y después de una breve batalla serán detenidos por la Doctora Ellie Stapler (Sarah Paulson), una psicóloga especializada en tratar a individuos trastornados que creen ser superhéroes y villanos. Serán transferidos al Hospital Raven Hill Memorial, donde ya está internado Elijah Price (Samuel L. Jackson), la mente maestra conocida como Mr. Glass. El hombre detrás del atentado que “despertó” los poderes de David.

La especialista intentará por todos los medios desarmar la psiquis de nuestros protagonistas y demostrar lógicamente que no existen las personas con habilidades sobrehumanas. Mientras esto sucede, la brillante y calculadora mente de Elijah se pondrá en marcha intentando orquestar un enfrentamiento entre La Bestia y El Overseer para demostrarle al mundo que los héroes y villanos con poderes no existen solo en las viñetas.

Glass tiene todos los elementos para ser una gran película y cerrar esta trilogía por todo lo alto pero termina quedándose a mitad de camino por sus fallas en la ejecución, correspondientes a un Shyamalan que volvió a enamorarse de su propio genio y cae en lo peor de sus vicios. La película comienza apasionante y a los primeros 40 minutos todos los personajes están presentados, el film avanza con buen ritmo en su primer acto. Es en el momento en que los tres jugadores principales confluyen en el hospital psiquiátrico que la película decide clavar el freno de mano y entregar un nudo soporífero que se hace eterno. La historia no avanza hacia ningún lado y escena tras escena se sucede sin mayores cambios ni emociones, con la doctora y los tres supuestos superhumanos hablando sin parar.

Es ahí donde Glass (y su director/guionista) comienza a mostrar la hilacha. Un constante intercambio de diálogos pomposos cargados de exposición que tiñen a su interesante comienzo con una capa de tedio difícil de sacudir. Nada en Glass es dejado al azar, no hay espacio para la interpretación. Shyamalan debe suponer que su público es muy corto de mente porque el texto de la película nos explica absolutamente todo, siempre remarcándolo más de la cuenta hasta hartar. El segundo acto es un verdadero ejercicio de paciencia.

Es más cerca del final (ya habiendo pasado una hora y media de película) cuando las cosas vuelven a ponerse interesantes, pero para este punto la película ya perdió al espectador. El plan de Mr. Glass ya está en marcha y el duelo es inevitable. La emocionante conclusión que nos prometieron está ahí, desarrollándose ante nuestros ojos, pero también está esa inexplicable sensación de… vacío. El trabajo de cámara y puesta de escena de Shyamalan sigue siendo muy bueno y los actores lo dan todo, aunque es imposible no pensar que el gran enfrentamiento podría ser más que dos pelados forcejeando en un estacionamiento. Y no se preocupen, Shyamalan a través de Mr. Glass se toma el tiempo para explicarnos lo que es una confrontación (showdown) entre el héroe y el villano.

Demás está decir que el trabajo actoral de Glass termina siendo su mayor fortaleza. James McAvoy es el verdadero MVP de la película dando rienda suelta a su histrionismo para encarnar las múltiples personalidades que ya habíamos visto en Split y algunas nuevas. Bruce Willis regresa al papel de David Dunne, el parco y duro héroe, mientras que Samuel L. Jackson se divierte siendo la mente brillante y manipuladora que maneja a los demás como piezas de un ajedrez macabro. Quien sufre por las desprolijidades del guion es Sarh Paulson, su personaje debe estar constantemente hablando y le tocó bailar con algunas de las peores líneas del guion. Anya Taylor-Joy vuelve a encarnar a Casey Cooke, la víctima que sobrevivió a La Bestia y parece ser la clave para detener al villano. También es un lindo gesto ver a Spencer Treat Clark volviendo al papel de Joseph, el hijo de David (sí, es el mismo actor de Unbreakable). Charlayne Woodward tiene poco que hacer en pantalla como la madre de Elijah (que extrañamente parece tener la misma edad que su hijo).

¿Todas estas falencias alcanzan para hacer de Glass una mala película? No. El film logra sostenerse en gran parte por el excelente trabajo que hicieron sus predecesoras al establecer estos personajes. La labor de Shyamalan con la cámara y el uso del color sigue siendo muy buena, ningún plano está librado al azar y el plan de la película parece estar meticulosamente calculado, tanto como las maquinaciones de Mr. Glass.

Eso sí, como no podía ser de otra manera, prepárense para un plot twist antes del final que puede finalizar la experiencia de Glass en una nota alta o descarrilar completamente la película. Queda a gusto de quien la mire.