Ginger & Rosa

Crítica de Claudio Lo Iacona - Todo lo ve

Poemas de Guerra y Paz

El regreso de la directora británica Sally Potter, célebre en los noventa por títulos como Orlando y La lección de tango y perdida después en producciones de menor repercusión como Vidas furtivas y Rage, trae a la pantalla una historia donde se entrelazan las vínculos de amor, familia y la búsqueda de la paz en un mundo que parece a punto de desaparecer.

La joven promesa de Super 8 y del film Somewhere de Sofia Coppola, Ellen Fanning, (dato menor: hermana de Dakota Fanning) es quien protagoniza este relato bajo el nombre de Ginger, donde dos amigas de la infancia se ven envueltas en la dramática Londres de 1962. Época donde palabras como Cuba, Unión Sovietica, Estados Unidos y Bombas, eran las más escuchadas en la radio.

La infancia de Ginger y Rosa (Alice Englert) se ve interrumpida por la adultez combativa en busca del desarme y la paz, tarea nada simple para aquellos años.

Mientras intentan ser parte de esta contracultura, sus vidas e ideas se verán atravesadas por un padre bohemio, una madre infeliz y una amistad al borde de la disgregación.

Ginger y Rosa posee la suma de ingredientes como una música que es partícipe y protagonista, la literatura como voz y esperanza de un posible mañana y los pacifistas que de a poco buscan encontrar un lugar en una Londres sin ilusión.

La realizadora Potter vuelve a encausar sus ideas en este film donde se van cuidados los momentos, y fotografiados de una manera sumamente cuidada, además de un reparto de expertos intérpretes de la talla de Alessandro Nivola, la espléndida Annette Bening y Christina Hendricks.