Germania

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Tras haberse presentado hace 10 meses en el marco del BAFICI 2012, donde fue premiada al igual que en otros festivales del mundo, se estrenó Germania, la ópera prima de Maximiliano Schonfeld. Film sugestivo y bellamente fotografiado, es una realización atípica en la filmografía nacional, más desde lo que se muestra que por la forma de narrarlo.

Rodada en Entre Ríos, de donde el director es oriundo, sigue a una familia de alemanes del Volga en una pequeña aldea mientras realizan un duelo íntimo a la espera de la partida. Los motivos de la mudanza no quedarán claros. Hay una peste, o algo que tampoco se termina de definir, que afecta a los animales de la granja que se van muriendo. Schonfeld prefiere lo no dicho, el sobreentendido, y presenta a una mujer y sus dos hijos -la relación entre los hermanos tampoco está del todo expuesta y parece contener algo de prohibido- en las horas de la despedida, cuando tienen que dejar atrás todo lo que conocen en una suerte de huida de un pueblo que los evita.

Germania cae en la contemplación y la sugerencia excesiva, pero se libra de tropezar por correr el foco de atención hacia las sensaciones de los jóvenes. Opresivo, el último día de Brenda y Lucas tiene el peso de la cotidianeidad de un pueblo firmemente conservador, con un fuerte respeto por la lengua madre y la tradición. Un film climático, con una bella paleta de colores ocres, supone un rico retrato del cómo es crecer en una pequeña aldea alemana en la Argentina, más allá de que la claustrofobia narrativa haga demasiado pesados sus escasos 72 minutos.