Gato con botas: el último deseo

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El Gato con botas, uno de los personajes (sidekicks) de la saga de Shrek, que ya terminó y reiniciará con un reboot, regresa con una película propia, tras El Gato con botas (2011). Los años pasan para todos, y también para el felino aventurero, que puede conmover con sus ojazos.

Y en El Gato con botas: El último deseo, en la que Antonio Banderas vuelve a prestarle su voz, apenas arranca muere aplastado por una enorme campana.

No sería problema para quien tiene nueve vidas como Gato, pero sí si la que acaba de perder es la octava. La visita al médico es esencial: así advierte que murió tantas veces, y el doctor le recomienda dos cosas.

Jubilarse de la acción. Y no morir más.

Todas sus muertes
La secuencia en la que Gato recuerda sus ocho muertes -no todas heroicas- es uno de los momentos más hilarantes de esta comedia de acción, al mejor estilo de otras producciones de DreamWorks Animation (¿recuerdan el comienzo de la primera Minions, cuando recuerdan su prehistoria?).

Y antes de tener una crisis de mediana edad, Gato descubre una posible salvación: con la ayuda de su exnovia Kitty Softpaws (Salma Hayek, otra que regresa) pone el GPS y va para la Selva Negra, en búsqueda de la mítica Estrella de los deseos, a ver si puede recuperar vida.

Llegar hasta la Estrella y no perderla no será sencillo, y en el camino se sumarán personajes (un perrito sarnoso), Ricitos de Oro y una familia de osos delincuentes. Y también, claro, un cazarrecompensas con forma de Lobo, que no sería otro que la Muerte que viene a buscar a Gato, y lo persigue incansablemente.
Hay muchos guiños a clásicos del cine, con mayoría a los spaghetti westerns, y un elenco de voces de estrellas de Hollywood (sumen a Florence Pugh como Ricitos de oro, y Olivia Colman, como Mamá Oso), mientras que en la versión en castellano los talentos locales son Julieta Nair Calvo, Axel Kuschevatzky, Patricia Echegoyen y Mariano Chiesa.

Visualmente, la película tiene una textura muy distinta: las imágenes parecen como pintadas con pincel en vez de ser de animación computarizada.

Dirigida por Joel Crawford (Los Croods 2: Una nueva era), El gato con botas: El último deseo es tal vez más oscura que las anteriores del universo de Shrek, en buena parte porque involucra el sentimiento y el temor genuino de perder la vida de una manera, si se quiere, más realista, y las apariciones del Lobo pueden asustar, apenas, a los espectadores más chiquitos que miren la pantalla en vez del balde de pochoclo.

No se preocupen si piensan que ésta será la última aparición del Gato con botas: la imagen final les hará, a los más fanáticos, erizar la piel un poquito.