Galpón de máscaras

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Viaje por el tiempo

Luego de El fruto (codirigida por Patricio Pomares, 2010) e Intemperie (2015), que versaba sobre el artista plástico Eduardo Stupía, el realizador Miguel Baratta aborda en su nueva película el misterio que se esconde tras las máscaras a través de la figura de la escritora Luisa Valenzuela.

Cuando Luisa Valenzuela es invitada a realizar una muestra de su colección personal que contiene más de 250 máscaras en el Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires Baratta ve la oportunidad de una película, pero no sobre la trastienda del montaje o la realización de la exposición propiamente dicha sino sobre el misterioso mundo que rodea a las máscaras.

Baratta ancla Galpón de máscaras (2017) en Valenzuela, quien es la encargada de llevar adelante el relato y darle cierta cohesión, pero las verdaderas protagonistas son cada una de las máscaras a través de sus historias. Cómo en el libro Diario de máscaras, la película puede verse como una road movie que recorre el mundo donde los paisajes y las situaciones son producto de la imaginación que despierta cada una de esas máscaras.

A través de un relato observacional, casi voyeur, donde el director funciona como un espía que juega con su propia imaginación y la del espectador, Galpón de máscaras se convierte en un apasionante viaje a través de los siglos y las diferentes culturas que poblaron el mundo con sus máscaras.