Gabi on the Roof in July

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Reencuentro con el mumblecore

El mumblecore norteamericano es una sanísima costumbre del BAFICI y de Mar del Plata: Humpday, Tiny Furniture, Cold Weather, Mutual Appreciation, Bummer Summer y las más recientes Green y The International Sign for Choking, entre otras, circularon por las salas durante ambos eventos, mostrando la vitalidad de un género que empuja desde los márgenes del sistema -y de la ciudades, ya que los suburbios suelen jugar un papel preponderante en estos films- a fuerza de frescura y naturalismo.

Sobre esa línea -de exhibición y tratamiento formal- se inscribe Gabi on the Roof in July. Vista aquí el BAFICI 2011, la segunda película del dramaturgo, escritor y aquí también protagonista Lawrence Michael Levine narra el rencuentro entre dos hermanos luego del divorcio de sus padres. Hermanos ubicados, claro, en las antípodas. La Gabi del título (Sophia Takal, productora del film) es libertaria, charlatana y sexualmente abierta, mientras que Sam (Levine) es un artista plástico que lucha por asentar su carrera de arista. No pasarán más que un par de escenas para que los contrapuntos amorosos saquen a la luz aquellas viejas tensiones solapadas por el paso del tiempo.

Sin grandes conflictos a la vista, característica nodal del mumblecore, el eje está justamente en la (re)construcción de ese vínculo familiar y en la maduración conjunta y a la vez individual de los protagonistas. Para eso Levine evade la pesadez discursiva para, en cambio, abrazar el naturalismo, la calidez -trasmitida sobre todo por la gran Sophia Takal- y la comicidad leve lograda a través de un relato fresco y una cámara poco intrusiva, siempre atenta al mínimo gesto surgido en la cotidianeidad de una fiesta, un desayuno o una pintada con crema batida.