G. Un crimen oficial

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Tierra de nadie

En 1994 el subcomisario Jorge Gutiérrez apareció muerto de un tiro en la cabeza sentado en el asiento del vagón de un tren que lo regresaba a su casa. La investigación llegó a la conclusión de que la muerte estaba relacionada con la aduana paralela que funcionaba por aquellos años y donde aparecían implicados altos funcionarios del poder político, fuerzas policiales y mediáticos empresarios.

G. Un crimen oficial (2015), del director Daniel Otero, sigue una linea narrativa que comienza cuando el subcomisario, hermano del ex intendente de Quilmes y líder sindical Francisco “Barba” Gutiérrez, comienza a investigar, guiado por sospechas de narcotráfico, un depósito fiscal vecino a la comisaría en la que prestaba servicios. Pero el 29 de mayo de 1994, en un vagón del tren Roca, Gutiérrez es ejecutado de un balazo en la nuca. Algunos nombres que aparecen relacionados con el caso son: Carlos Gallone (policía de la última dictadura cívico militar que logró notoriedad por aparecer en una foto abrazando a una madre de Plaza de Mayo), al ex presidente Carlos Saúl Menem, altas autoridades de la Policía Federal y la Bonaerense, miembros del Poder Judicial, políticos de todos los colores partidarios y empresarios como Ernesto Gutiérrez Conte.

Otero construye un apasionante documental de investigación de la misma manera en que se dieron los hechos. Un policía aparece muerto sentado en el vagón del tren con el que regresaba a su casa y poco se sabe. Las hipótesis: Un intento de asalto o una bala perdida. Pero una testigo ocasional y un vendedor ambulante serán determinantes para que el caso tome otras aristas y se termine involucrando en el asesinato a un cabo de la Federal: Alejandro "Chiquito" Santillán. El espectador irá recibiendo la información a medida que la investigación avanza y esto termina volviendo a G. Un crimen oficial una especie de thriller documental, cargado de suspenso, y con destellos de film noir.

Formalmente, Otero teje la trama a partir de imágenes de archivo de noticieros y diarios de la época, fotografías, testimonios de familiares y amigos, tanto de la víctima como del policía acusado del asesinato, abogados y jueces que participaron de la causa, combinándolos con algunas situaciones recientes que se dieron mientras filmaban en el conurbano bonaerense y donde queda claro que por más que los años pasen todavía sigue siendo tierra de nadie.

El resultado final de la película está más que logrado, tanto técnica como narrativamente, aunque el de la investigación judicial deja más de una duda. Sin ningún detenido, el crimen de Gutiérrez es un caso más de la impunidad con la que está manchada la Argentina de hoy.