G.I.Joe: el contraataque

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Se te ve la tanga

Mientras voy pensando qué es lo que se puede decir acerca de G.I. Joe: el contraataque, me doy cuenta de que estoy a punto de enumerar una serie interminable de fallas que contiene y que podría describir con el más desenfadado sarcasmo. Pero, sólo por hoy, intentaré ser un poco más justo, porque estoy pensando esta película en función de su detestable predecesora. Y la verdad, es que si hay algo que Jon Chu intenta en esta segunda parte de la franquicia es despegarse de aquel fallido bodoque, aunque el problema quizás es que esto se nota demasiado y ese es uno de los problemas de esta secuela. Pero vamos por partes.
Allá por 2009 aparece G.I. Joe: el origen de Cobra que es el ejemplo de película de acción mal hecha. Durante sus dos horas de duración se nos contaban un montón de sucesos con una lógica cada vez más cuestionable, flashbacks en escenas de pura acción y las tetas de las dos protagonistas femeninas danzando por ahí sin la más mínima gracia. Solo se salva una muy buena secuencia que trascurre en París con unos trajes al mejor estilo Iron Man y la Torre Eiffel hecha pedazos. Las actuaciones también fueron bastante deplorables e impostadas destacando el insoportable Marlon Wayans, que por suerte ha sido borrado de un plumazo de esta secuela junto con las dos chicas tetonas.
Entonces contratan a Jon Chu que viene de filmar películas 3D con bailarines (Step Up 2 y 3D), y llaman a Dwayne Johnson que es tan grandote como carismático y a Bruce Willis que es el mejor actor que ha interpretado héroes de acción en las últimas tres décadas. Y además uno veía el tráiler y podía pensar que los creadores de esta secuela iban a intentar borrar con toda la caradurez del mundo el mal recuerdo de la anterior película a pura burla y acción. Y luego de verla, queda la sensación de que no ha sido del todo satisfactoria esta obvia maniobra de los productores.
En principio porque G.I. Joe: el contraataque se queda a medias con eso de olvidar a su predecesora. Con un prólogo medio apurado se nos explica por qué Chaning Tatum todavía está en la película y por qué es tan amigo de Dwayne Johnson, ni una palabra de qué fue de la vida de los otros. En seguida una misión, una trampa y todos los Joe’s muertos menos tres, entonces uno de ellos dice que hay que volver a las fuentes y obvio, la respuesta es Bruce Willis. Y uno piensa: “ahora sí se va todo a la mierda”. Y sí… pero no tanto. La decisión más acertada en cuanto a la trama es haberle dado protagonismo y mayor entidad a Snake Eyes y Storm Shadow (el ninja negro y blanco respectivamente), que otorgan la alegoría gruesa de la lucha entre el bien y el mal necesaria en ciertos films de acción de trazo grueso como este, y hasta se animan a relativizar esa dicotomía demostrándonos que el malo (Storm Shadow) no era tan malo después de todo. Jon Chu y los guionistas se terminan preocupando demasiado en justificar lo injustificable, eso se nota y daña el resultado general del film.
Hablábamos de ser un poco justos, y hay que destacar el buen oficio del director en algunos aspectos: en principio las actuaciones son mucho más naturales y efectivas; apela bastante al sentido del humor por lo cual también mejora el ritmo del film; y digamos que logra una buena secuencia de ninjas en la montaña con rapel, espadas y coreografía perfecta. Chu logra que su película sea superior en todos los aspectos cinematográficos a G.I. Joe: el origen de Cobra y sin embargo no deja de ser un film menor de una franquicia que quizás haya tocado su techo rápidamente y que no parece tener un futuro prometedor. Seguramente veamos una o dos partes más de esta saga y también seguramente sean poco apetecibles. Al menos esta vez no nos aburrimos.