G.I.Joe: el contraataque

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Jugando con soldaditos.

La franquicia de G.I. Joe no se caracteriza por el realismo o la verosimilitud. Como con su compañera Transformers, las cosas arrancaron durante la explosión comercial de los años ochenta en Estados Unidos, con una serie de figuras de acción. La popularidad llegaría más tarde, con la aparición de comics y una serie animada que, en realidad, servían como publicidad para los juguetes, vendiéndole a los niños la idea de grandes batallas entre militares y terroristas.

Décadas después, los números generados por la nostalgia lograron que la lucha fuera llevada a la pantalla grande en la olvidable G.I. Joe: El Origen de Cobra, una adaptación decepcionante que solo se parecía al material original por las actuaciones ‘a lo muñeco’ de algunos miembros del elenco. Ahora, el director Jon Chu (cuyo historial previo incluye dos films de Step Up y el documental Justin Bieber: Never Say Never), trata de dar vuelta el rumbo y complacer a los fans con la secuela G.I. Joe: El contraataque (G.I. Joe: Retaliation, 2013).

Tras los eventos de El Origen de Cobra, los Joe siguen cumpliendo misiones alrededor del mundo, sin saber que su lider, el Presidente de los Estados Unidos (Jonathan Pryce) fue reemplazado por el imitador Zartan (Arnold Vosloo). Y, antes de que se den cuenta, ellos son atacados sin piedad por el villano, quien ejecuta a casi todos los miembros del grupo de elite. Ahora, con Roadblock (Dwayne Johnson), Lady Jaye (Adrianne Palicki), Flint (DJ Cotrona) y Snake Eyes (Ray Park) como únicos sobrevivientes, queda poco tiempo para formar una resistencia antes de que el impostor Zartan, junto al Comandante Cobra (Luke Bracey), el ninja Storm Shadow (Byung-Hun Lee) y Firefly (Ray Stevenson), dominen el mundo.

Usualmente, las secuelas de los tanques hollywoodenses tienden a agrandar lo que la gente probó en el primer film. En el caso de Chu y los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick (los mismos de Tierra de Zombies), parece que el caso es contrario: en esta oportunidad, los objetivos son complacer a los fans y borrar lo más posible de lo que vino antes. Esto queda bastante claro cuando Duke (Channing Tatum), el previo protagonista, es eliminado a los 15 minutos de iniciada la producción, dándole paso a Johnson para probar su reputación como icono de acción del presente y mejorar el asunto.

Liderando un elenco dispuesto con carisma (especialmente Jonathan Pryce, sobreactuando y comiendo todas sus apariciones con gusto), el ex-luchador profesional está a gusto en el energético mundo de Chu, que se mata para satisfacer a los entusiastas y se despacha con escenas de acción variadas y fluidas. Así, la película se siente como el producto de un chico que imagina una aventura con sus juguetes, ignorando el hecho de que la realidad no permite cosas como peleas entre ninjas colgados sobre montañas.

Sin embargo, el film también sufre por esa falta de pensamiento. A pesar de ser una básica historia de ‘buenos contra malos’, el desarrollo del film es bastante lento, de tal forma que recién en la mitad empiezan a moverse todas las fichas del tablero. Encima, todo es demasiado superficial: se tiran decenas tras decenas de personajes (incluyendo a un desperdiciado Bruce Willis, quien aparece por menos tiempo que Tatum) para complacer a los apasionados, pero para después atropellarlos y darle paso a explosiones, tiros y tomas que tratan de justificar un olvidable 3D. Es el sistema de un videojuego, pero sin el alma necesario para que uno realmente se interese. Al final, esto solo logra que cueste bastante recordar algo tras salir del cine.

Pero de todas formas, G.I. Joe: El Contraataque divierte por el tiempo que está en pantalla. No será memorable o especial, y los no conocedores se sentirán algo excluidos, pero la acción y los protagonistas sabrán complacer a los que busquen enlistarse por una dosis de escapismo.