G.I.Joe: el contraataque

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Cuando hace un par de años se estrenó G.I. Joe: El Origen de Cobra, la pimera adaptación a la gran pantalla de los clásicos muñecos y la serie animada de los ’80 (sin contar algún telefilm de esta) la sensación era extraña; por un lado se agradecía que la película no fuese tan patriótica como lo esperado, pero por el resto la película se perdía en un mar de efectos rimbombantes en los cuales era difícil encontrar algo que recordara sus verdaderos orígenes.
Pese al fracaso en la taquilla y la mala reputación de aquella, no se tardó en avanzar con una secuela, que en un primer momento sería estrenado hace exactamente un año (al igual que otro de los films estrenados esta semana, Jack. El cazador de gigantes, extraña coincidencia) pero que luego se pospuso para su reconversión al 3D. La sensación de que deja G.I. Joe: 3D: El contraataque vuelve a ser ambigua, parecieran haber aprendido del error del primer film, y termina cayendo en otros.
El argumento no es más que una mera excusa, secuela directa de la primer entrega pese a que hay un cambio en los personajes que podría suponer un relanzamiento), como se advertía en su final, el Comandante cobra y sus secuaces logran introducirse en la Casa Blanca mediante el secuestro y reemplazo del Presidente. De esta manera, se logra desprestigiar mediáticamente a las fuerzas de elite G.I. Joe que básicamente quedan desterradas; pero estos regresan, se unen a un antiguo militar y dan el contraataque para volver a ocupar el lugar que les pertenece... o algo así, la verdad es que el argumento es muy simple (pese a algún giro que dejará a los fanáticos sorprendidos, o no tanto ya que era de esperarse) y muy poco claro; todo se resuelve en poco tiempo y lo que queda es una sucesión interminable de batallas variadas sin excusas.
La primer entrega del film había sido dirigida pos Stephen Sommers (que venía de pegarla con las dos entregas de La Momia y estropearla en Van Helsing); ahora, Sommers abandonó el barco y quien ocupa su lugar es Jon M. Chu, un director que hace su primera incursión en el terreno dde la acción ya que sus anteriores trabajos fueron más bien en el terreno musical con Step Up 3 y el documental de Justin Bieber Never Say Never. Esta decisión en un primer lugar parecía extraña, pero al ver G.I. Joe 2 puede llegar a comprenderse, muchas de sus batallas (impactantes visualmente) notan mucho su estilo coreográfico, organizado, como una El tigre y el dragón pero sin su ángel.
Lo que sí parece jugar a favor de esta secuela es su decisión de ser una suerte de film clase B, como esos que Menahem Golam y su productora Cannon entregaban a rolete allá por los ochenta, es un film de acción directo y sin vueltas, con personajes más simples e identificables; y en ese sentido, la dirección de Stephen Sommers quizás hubiese sido más correcta (demostró moverse bien en el B con Deep Rising/Agua Viva), ya que la ampulosidad de Chu convierte al film en algo indeciso.
Técnicamente estamos ante un film correcto, con buena fotografía y una banda sonora un tanto rimbombante. Otra vez queda demostrado que la reconversión al 3D no es efectiva, no son muchas las escenas en las que se note y realmente parece puesto por encima. Del rubro actoral no se puede exigir mucho, Dwayne Jonson se vuelve a cargar el proyecto al hombro y avanza a puro carisma; Adrianne Palicki vuelve a demostrar que su elección como una posible Wonder woman era incorrecta; Bruce Willis aparece recién en el segundo tramo y nbásicamente se interpreta a sí mismo (y lo bien que le sale); en Luke Bracey como Cobra en lugar de Joseph Gordon Levitt no parece haber un cambio fundamental; y Jonathan Pryce, obviamente actúa con miras a un cheque gordo.
G. I. Joe 3D: El contraataque no va a decepcionar a quienes buscan un film de pura acción pero aggiornado a estos tiempos confusos, quienes busquen un poco más de sustento deberán plantearse qué hacen eligiendo una película como esta