Furia de titanes 2

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Furia de Titanes 2 es un festival de pornografía digital. Oh, sí, los efectos especiales desbordan la pantalla, y no pasan más de dos minutos sin que algo gigantesco y espectacular salte encima de los protagonistas. Mientras que en lo visual es tan abrumadora que al final aburre - "ups; otra vez un monstruo gigante de 150 metros de altura; ya van como 20 en lo que va del filme ..." -, uno termina preguntándose si podrían haber gastado un poco menos en efectos digitales y un poco mas en conseguir un buen libretista. En especial, alguno que supiera algo sobre la mitología griega, porque los dos guionistas que figuran acá conocen tanto de Perseus como yo de ingeniería nuclear. No se molestaron en hacer el más mínimo trabajo de investigación y se dedicaron a despachar fruta al por mayor, inventando historias disparatadas y reciclando como se les dió la gana a los nombres de héroes y dioses de la mitología griega. El resultado final es ciertamente bizarro, aunque la película exhibe tanta energía que termina siendo mínimamente potable.

La culpa de todo la tiene Ray Harryhausen. El maestro del stop motion diseñó la original Furia de Titanes en 1981, pero el filme obtuvo una recepción más que tibia - ¿quién iba a ver tipos desnudos combatiendo con espadas a dragones de plástico cuando en ese momento lo que estaba de moda eran los descomunales combates espaciales de La Guerra de las Galaxias? -, y cualquier proyecto de secuela terminó siendo abortado. 30 años después vino la remake, la cual recaudó muy bien y dió pie para una continuación pero... ¡ups!, ¡ya no había más guiones para rehacer!. Entonces los ambiciosos productores se vieron obligados a contratar libretistas para crear un argumento desde cero, y eligieron a los más económicos del catálogo. Estos tipos decidieron hacerse los bananas, reinventando la mitología a su gusto - por ejemplo, que los dioses ganan poder o se debilitan de acuerdo a la cantidad de fieles y oraciones que reciben; que pueden morir y/o transferirse energía entre ellos (como si intercambiaran baterías Duracell); y tienen hijos (legítimos y bastardos) regados por todos lados -, lo cual a uno le hace rechinar los dientes. No sólo es una reimaginación estúpida e innecesaria sino que - lo que es peor - está tomada textualmente de Inmortales (2011), la cual fue la primera que intentó hacer todo esto (y sin éxito). La copia de Inmortales llega hasta la subtrama de los titanes encerrados en una montaña, con lo cual uno se extraña de que el filme no haya recibido algún tipo de demanda por plagio.

Si la parte mitológica del filme apesta, al menos Furia de Titanes 2 obtiene sus mejores bazas en el apartado de efectos especiales. Uno no ve tanto despliegue digital en pantalla desde la última entrega de Transformers o de la trilogía de precuelas de Star Wars. No hay escena en la cual no pase algo espectacular, aunque llega un punto en donde uno se satura y se pregunta si el filme tiene algo más para ofrecer que no sean costosos juguetitos de colores en pantalla. Esa búsqueda constante de la grandiosidad termina por afectar la credibilidad del filme - Perseus es un humano con algunos dones... pero aquí se comporta como un Superman a la griega derrotando a seres gigantescos, no una sino varias veces a lo largo de toda la película-, y daña la relación del público con el protagonista. Si a Perseus hace cosas imposibles y nunca le pasa nada, ¿cómo construir un momento de tensión o hacer que nos interesemos por su suerte?.

En medio de toda esa exageración los productores tuvieron el tino de contratar a Bill Nighy - sobre-actor profesional si los hay, y el cual hace juego con el estilo del filme -. El inglés se relame con su papel y es un constante ladrón de escenas,... lástima que los idiotas de los libretistas lo sacan de cuadro demasiado rápido. Por lo demás, el resto de los caracteres es hueco y sin brillo - Liam Neeson y Ralph Fiennes intentan aportar aplomo y presencia, pero el libreto los hace tan volubles que parecen estar mezclados en un culebrón mexicano; Sam Worthington es bastante anónimo como héroe (al menos le sacaron el rapado G.I. Joe y le pusieron una peluca más acorde a la época y al personaje); y el peor es Edgar Ramirez, que se ve demasiado caribeño para ser Ares y carece de amenaza -. Nada de esto ayuda a elevar la puntería del filmeo.

Furia de Titanes 2 es tolerable para matar 90 minutos de tiempo, pero no resiste un examen minucioso. Es vistosa y pasable, calificaciones que resultan terribles si uno considera que esto es un producto de 150 millones de dólares de costo... lo cual debería haber alcanzado (y sobrado) para generar un filme muy superior al que terminó resultando.