Frozen, una aventura congelada

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

EL PODER A VECES ESCLAVIZA

Elsa es una reina con extraños poderes: cuando se enoja, todo lo que la rodea, se hiela. Por eso su comarca vive un eterno invierno. Su hermana Anna intentara librarla del maleficio para que el sol pueda volver a este reino del frío y la nieve. El nuevo producto de Disney está más cerca de sus viejos títulos que de las imaginativas obras de Pixar. Nada de relecturas, sino un acercamiento clásico a una historia clásica. Parte de un relato de Hans Christian Andersen para poder retornar al territorio predilecto de sus filmes más tradicionales: un cuento de hadas con canciones, animalitos buenos, paisajes, unas gotas de humor y la promesa de un buen amor. Y de fondo, los viejos peligros de siempre: el odio, la envidia, la codicia, los tramposos, la muerte y la soledad. La técnica es impecable. El 3D luce a pleno en esta producción de hermosos efectos visuales que tiene acción, aventuras, suspenso y la vieja enseñanza que al final sólo el amor es capaz de doblegar los inviernos que todos llevamos dentro. Una película llevadera y atractiva que además tiene de prólogo un corto encantador sobre el cine de ayer y de hoy. La moraleja de “Frozen” es simple: los poderes al final terminan esclavizando a quiénes lo detentan; la reina vive ese drama. Cuando se enoja (y las reinas se enojan muy seguido) su hechizo arrasa con todos… hasta con ella misma.