Frozen 2

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

Frozen, equilibrio entre civilización y naturaleza

Ha llegado la secuela de la película Frozen, perteneciente a los Estudios de animación de Disney. A diferencia del estreno de la primera entrega en el 2013, con Frozen II, la expectativa por parte de la audiencia es mayor debido a su éxito entre el público a nivel internacional y por haber sido ganadora de dos premios Oscars.

Por Denise Pieniazek

Frozen II (2019) es la secuela de la exitosa animación Frozen: Una aventura congelada(Frozen, 2013), la cual está nuevamente dirigida por Chris Buck y Jennifer Lee. Recordemos que la primera entrega estaba basada en el cuento

"La reina de las nieves" (1844) del legendario Hans Christian Andersen. Esto no es casual puesto que varios largometrajes del exitoso periodo de “renacimiento” de Disney estaban basados en cuentos de hadas de autores como Andersen (“La Sirenita”), Charles Perrault (“Cenicienta”, “La bella durmiente”) o los hermanos Grimm ( “Rapunzel”, “Blanca nieves y los siete enanos”). En el 2009 los estudios de animación de Disney retomaron las animaciones de princesas y en 2010 volvieron a basar sus historias en estos autores con el filme Enredados (Tangled) basado en el cuento “Rapunzel” de los recién mencionados hermanos Grimm.

Lo peculiar de Frozen es que Elsa la protagonista que deviene de princesa en reina en la primera entrega, posee dones sobrenaturales desde su nacimiento. Es decir, que su talento le es propio y no proviene ni de un hechizo, ni de ningún hombre o hada madrina. Al igual que la princesa Mérida de Brave (2012) cuya temática y estética de la animación también posee reminiscencias nórdicas, pero ésta última pertenece a la unión entre los estudios de Disney con los de Pixar. Retomando el personaje de la potente Elsa, ella no necesita a diferencia de las otras princesas de Disney utilizar tampoco vestidos acampanados tradicionales, incluso aquí utilizará pantalones debajo de uno de sus trajes. A su vez, Elsa es emocionalmente es más independiente que todas ellas, incluso que su hermana Anna. En adición, Elsa es mayor de edad, no es una adolescente como en otras historias de Disney (por ende, no hay un culto a la femme enfant), es toda una mujer en busca de su autoconocimiento.

Frozen II mantiene los valores de su antecesora, la fraternidad y el amor entre hermanas. La hermandad es un valor fundamental puesto que a diferencia de algunos reinados retratados en otros relatos, Anna y Elsa jamás pelean por el trono ni el poder, no son codiciosas. Ni Elsa (Idina Menzel)ni su hermana Anna (Kristen Bell),acceden a la corona por matrimonio, sino por herencia. En esta ocasión Anna tendrá más protagonismo y estará más empoderada que en el largometraje del 2013, a la par de Elsa.

Lo interesante de esta segunda entrega, es que el centro del argumento reside en descubrir de dónde provienen los poderes sobrenaturales de Elsa. Por lo tanto, la formula no se agota para nada, sino que esta secuela resulta sumamente entretenida y demuestra que las segundas partes, aunque sea excepcionalmente, pueden ser tan buenas como las primeras. Al igual que la primera entrega, inicia con un momento de la infancia de Elsa y Anna, en donde se esbozarán cuestiones cuya información se irá ampliando a lo largo del relato, que incluye el diverso origen de su padre y su madre, y la leyenda de un bosque encantado.

A través de los relatos del pasado entre el bosque encantado y Arendelle, en Frozen II, se representa un contraste entre la supuesta “civilización” y lo “salvaje”, encarnado -como suele ser tradicional- en la naturaleza y lo indígena. La disparidad entre los ideales de la cultura de Arendelle (inspirada en Noruega) y su racionalidad, respecto a lo mágico y sublime de la naturaleza será el centro del conflicto. Éste iniciará con Elsa, quien, mediante sus dotes e intuición, escuchará el llamado de la naturaleza que tiene un mensaje especial para otorgarle, en ese especial viaje de autoconocimiento que el personaje comenzó en Frozen (2013).

En cuanto a lo estético, se mantiene la paleta de color entre el violeta, el celeste y el verde, sobre todo en el vestuario de ambas hermanas. Desde la simbología del color el violeta es vinculado a la realeza (y es utilizado alternadamente por ambas hermanas, puesto que comparten el poder). Mientras que el verde simboliza la naturaleza y la serenidad, y parece ser además uno de los colores que representan Arendelle (por eso Anna lo utiliza más que Elsa). El celeste remite a la amistad, fidelidad y divinidad, y además al agua (hielo) y por eso es utilizado constantemente en el vestuario de Elsa, sobre todo en los momentos en que utiliza sus poderes. Todo esto posee un vínculo directo en la trama, puesto que, en tanto que Anna representa la conexión a la nación y los ideales más tradicionales, Elsa encarna la ruptura de las normas y lo sublime de la naturaleza.

Asimismo, Frozen II conserva la moraleja de mostrarse y aceptarse a uno mismo, al igual que su predecesora, adhiriendo un cálido mensaje de paz, a pesar de las diferencias culturales, mediante el respeto por la naturaleza y la tolerancia pese a las diferencias étnicas. Notablemente logra volver a construir lindos y entretenidos momentos musicales, bajo la lógica del video clip. Incluso, uno de ellos protagonizado por Elsa, remite a las animaciones corales con fondo negro y el sinfín de ilustraciones del Disney clásico. Por último, esta secuela posee más comicidad, y vuelve a ser una propuesta atractiva que disfrutarán tanto grandes como chicos.