Frente al mar

Crítica de Regina Fallangi - Cine & Medios

Una histérica belleza

Roland (Brad Pitt) y Vanessa (Angelina Jolie) llegan en su lujoso auto descapotable hasta un soñado pueblito francés a orillas del mar, se hospedan en un precioso y tranquilo hotel donde cada detalle es visualmente perfecto, y combina con ellos, que también son estéticamente perfectos.
A simple vista la pareja tiene todo, absolutamente todo para ser felices. Pero debajo de la superficie nada brilla, él es un escritor que supo conocer la fama pero que sufre de un gran bloqueo creativo, y ella era una exitosa bailarina que tuvo que abandonar su carrera llegando a los cuarenta.
Roland hace todo lo posible para volver a escribir, pasa horas en el bar del pueblo tomando notas en su cuaderno, charlando con los pueblerinos y mirando fijo su máquina de escribir cada noche; el mismo empeño que pone en retomar su carrera lo pone en recuperar a su esposa o, mejor dicho, que ella recupere la ganas de estar con él, o al menos las ganas de vivir.
Vanessa se encuentra en un embudo emocional en el que arrastra a su esposo hacia su depresión, nada parece animarla, y un enorme impulso autodestructivo crece lentamente en ella, hasta que una joven pareja de recién casados (Melanie Laurent y Melvil Poupaud) se hospeda en la habitación contigua. Vanessa encuentra la forma de espiarlos, día y noche hasta obsesionarse con ellos, como si hubiesen logrado despertarla de su letargo.
Las parejas se conocen, salen, se relacionan, los jóvenes y frescos recién casados resumen el espíritu setentoso en el que se desarrolla la historia, y contrastan con la pareja mayor, bien vestida, adinerada. Lea con vestidos cortos y la cara lavada, Vanessa llena de maquillaje de la mañana a la noche. Lea y François se aman y son felices, Roland y Vanessa no.
Algo les ha pasado a Vanessa y a Roland, algo que ella no ha superado y que la lleva a arrastrar y destruir todo lo que hay a su alrededor. La historia gira en torno a ella, el espectador no hace más que preguntarse qué pudo haber sido tan terrible, cómo es posible que todos los esfuerzos de su esposo no sirvan de nada. Cuando finalmente todo explota, y Vanessa se abre y sabemos lo que les pasa a ambos, la historia entre en un enorme vacío, hemos pasado por casi dos horas de preludio y hermosas imágenes, para un desenlace que no está a la altura de las circunstancias.
Incluso la hermosa fotografía y la exquisita reproducción de época carecen de sentido ante una historia que de golpe ha perdido toda profundidad.
Si bien la película logra climas interesantes, por momentos la histeria y el descontento de la pareja desesperan, cuando aparece el matrimonio jóven la tensión entre los cuatro levanta un poco el tono de la historia, pero rápidamente vuelve a centrarse en la bucólica Vanessa.
Jolie y Pitt tienen -como era de esperarse- una extraordinaria química en pantalla, y la pareja secundaria también realiza buenas interpretaciones, pero el personaje más destacable es Michel brillantemente interpretado por Niels Arestrup, un hombre simple, dueño del bar del pueblo que se convierte en el compañero de tardes de Roland, es quien lo escucha y soporta sus borracheras, y el único contacto con un hombre que ha conocido la verdadera felicidad, un viudo que ha estado enamorado de su esposa, y ha sido correspondido.
Lejos de las grandes escenas de "Unbroken", Angelina Jolie dirige esta vez algo totalmente diferente, trata de mostrar la esencia de una pareja que está rota, con muchos silencios, lánguida y con algo de perversión, como tratando de imitar el cine europeo de hace unas décadas, pero que por lo vacío de su contenido termina convirtiéndose en un filme pretencioso, con mucha belleza, y nada más.