Frente al mar

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Sr. y Sra. Pitt, el drama, diez años después

El actor y la actriz, guionista y directora vuelven a unir sus trabajos en "Frente al mar". Vale verlos hacer.

Diez años, seis hijos y un matrimonio más tarde, vuelven a confluir en la escena de Frente al mar, un drama elegante, escrito y dirigido por ella y estelarizado por ambos, que muestra su entendimiento en el set.

"Espero que los espectadores sepan que si la historia tuviera algo que ver con nosotros, jamás podríamos haber hecho esta película. Si nos lleváramos (tan mal) como los protagonistas, no hubiéramos podido filmarla", aseguró Jolie. Desde ese enfoque, queda a la vista que esta pareja se complementa.

No le sucede lo mismo a Roland y Vanessa, sus personajes. A mediados de la década de los 70, el escritor y la bailarina retirada se instalan una temporada en un hotel solitario en la costa francesa.

Él baja temprano al paraje donde se apostan un bar, un almacén y puesto pesquero. Se embriaga hasta altas horas de la madrugada; conversa con el mozo, juega al ajedrez, observa y fuma, en busca de una inspiración hace tiempo perdida.

Ella sólo sale en busca de comida y mengua su soledad a fuerza de cigarrillo y siestas en el balcón.

La ausencia del otro --dolorosa pero aparentemente autoimpuesta-- es la regla. Hasta que una pareja de recién casados se instala en la habitación contigua, para traer a sus vidas imágenes felices y olvidadas, y otras que escarban sobre heridas todavía abiertas.

Detallista, meticulosa, la historia atraviesa la primera hora de su metraje con una lentitud propia del cine europeo de los 60-70, un tempo que puede exasperar.

Entonces comienza a desvelar, contrariar, romper estereotipos, confrontar morales y desnudar intenciones. Las pistas encuentran su sitio en el rompecabezas y deviene la explicación.

Pitt y Jolie probaron hace una década que la química funcionó cuando de divertirse y divertir se trata. Pero poner en juego miserias, descarnar y lograr la empatía del público es otra cosa. Y vale verlos hacer, siempre y cuando se acepten los tiempos que se toman para ello.