Free Guy: tomando el control

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

LO IMPORTANTE ES DIVERTIRSE

El caso de Ryan Reynolds tiene sus particularidades: en sus películas viene construyendo personajes e historias marcadas por la autoconsciencia y un distanciamiento canchero que muchas veces roza lo irritante. Eso ha llevado a que películas como Deadpool y Deadpool 2 no profundicen más allá de sus superficies autorreferenciales, o que en Escuadrón 6 agote su batería de chistes, perdiendo de vista lo que implica la composición de un personaje con algo de carnadura. Sin embargo, Free Guy: tomando el control insinúa un cambio de rumbo para el actor, o más bien un salto madurativo, que le permite colocarse al servicio de lo que se está narrando en vez de querer montar un show propio para la audiencia.

Quizás parte de la explicación pase por la asociación que establece Reynolds con el director Shawn Levy, quien armó una saga de aventuras bastante decente como la de Una noche en el museo, dirigió esa pequeña maravilla subvalorada llamada Gigantes de acero y es productor de la serie Stranger things. Es que hay una sensibilidad particular en este relato sobre un solitario empleado bancario que descubre que es en realidad un personaje de fondo de un violento videojuego, lo cual lo conduce a acciones que cambian las reglas de su entorno. La autoconsciencia está, a pleno, pero no con una visión distanciada, sino empática, mucho más cercana al espíritu de El último gran héroe, donde la exposición del artificio era también un soporte para una reflexión sobre el lado oscuro de la creación artística. Esa oscuridad aparece en Free Guy: tomando el control por el lado del villano interpretado por Taika Waititi, el supuesto “creador” del juego, aunque esa creatividad que detenta no sea tal, porque lo suyo es puro cálculo, manipulación o directamente plagio.

Frente al cinismo que encarna el personaje de Waititi, el tándem Levy/Reynolds plantea una reivindicación de lo lúdico y, principalmente, de la aventura, del disfrute puro. Free Guy: tomando el control es una película que no para nunca, pero no de forma antojadiza, sino porque siempre está buscando giros nuevos para llevar adelante la narración y sus protagonistas. Alrededor de ese héroe involuntario que es el personaje de Reynolds, el film arma, a puro movimiento, un pequeño gran universo repleto de seres con los cuales empatizar, como los encarnados por Jodie Comer, Joe Keery y Lil Rel Howery. A todos ellos les brinda un espacio y desarrollo propios, lo que permite que los géneros se fusionen fluidamente: estamos ante una comedia de acción que es también un relato romántico, de amistad y de aprendizaje.

Se podrá decir que Free Guy: tomando el control apela por momentos a una pirotecnia audiovisual algo excesiva y que algunos de sus diálogos son un tanto redundantes con lo que quiere transmitir. Pero lo cierto es que Levy nunca pierde de vista lo que importa contar, maneja el tono juguetón con el equilibrio apropiado y le da la libertad justa a Reynolds para que construya el que quizás sea su personaje más querible: un tipo honesto y leal, un romántico nato en todos los aspectos. Free Guy: tomando el control incorpora de forma correcta unas cuantas lecciones de la mencionada El último gran héroe, pero también de films como Ready Player One, Jumanji y Zathura. Desde ahí se hace cargo del rol del creador y los espectadores, además de lo que puede dar la imaginación cuando va de la mano con la libertad. Lo hace con una catarata de colores y dejándonos en claro que no hay nada más importante que la diversión a todo galope.