Free Guy: tomando el control

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Las mejores películas son las que se pueden ver dobladas al castellano en un colectivo de larga distancia. Free Guy: Tomando el control es una de esas películas que, con el destino marcado de clásico de domingo por la tarde, pueden ser vistas en cualquier condición y seguir siendo atrapantes y entretenidas.

Bajo el tutelaje de Disney/20th Century Studios, el director Shawn Levy (Una noche en el museo, Gigantes de acero) vuelve a demostrar su capacidad para fabricar comedias de ciencia ficción que se ven de un tirón gracias a la soltura narrativa, los personajes entrañables, los pormenores de la trama y los espectaculares despliegues visuales, que siempre nos mantienen atentos en la butaca.

Pero que Free Guy: Tomando el control funcione a la perfección se debe principalmente al carisma arrollador de su protagonista principal: Ryan Reynolds, un actor que puede hacer reír con una mueca de inocencia, emocionar con unas pocas palabras dichas al pasar y enganchar cuando se pone en el papel de héroe de acción romántico, de tímido galán sin conciencia de serlo.

Ryan Reynolds es Guy, el “hombre de azul”, un muchacho que vive en un bucle: todos los días se levanta, saluda a su pececito dorado, elige su ropa (todas iguales), sale a la calle, pasa por un café (el de siempre) y entra al banco en el que trabaja como cajero, mientras afuera suceden cosas dignas de una película de acción, con persecuciones explosivas, tiros, robos y peleas.

En realidad, Guy es un personaje de fondo de un videojuego de mundo abierto llamado “Free City”, en el que los avatares de los jugadores llevan unos lentes de sol para poder ver los elementos del videojuego. Esto es lo que hace Guy un buen día, después de que asaltan por enésima vez el banco: se coloca los lentes de uno de los ladrones y se da cuenta de que todo a su alrededor es un videojuego.

Los creadores del éxito gamer del momento son dos jóvenes, Millie (Jodie Comer) y Keys (Joe Keery), quienes hace un tiempo habían diseñado un videojuego cuyo código vendieron al excéntrico empresario Antoine, el villano interpretado por Taika Waititi. Sin embargo, Antoine no quiere darles crédito, y es por eso que Millie decide recuperar el código para demostrar ante la corte que Antoine les robó la idea.

La apuesta de la película es que Guy va a empezar a independizase del resto de los personajes del videojuego gracias a la especial condición del algoritmo con el que está hecho, hasta que se da cuenta de que no es real, de que es un NPC (personaje no jugador, en su sigla en inglés). Es decir, el algoritmo toma conciencia, y durante toda la película se trata de que Antoine no desconecte el videojuego. Los creadores no solo quieren recuperar el código que les pertenece, sino también salvar a Guy.

Free Guy: tomando el control bebe un poco de The Truman Show, El día de la marmota, Matrix y They Live, de John Carpenter, para hacer un entretenimiento familiar con rasgos de originalidad, como el tema que plantea, esa especie de utopía en la que convivir con la inteligencia artificial en paz y armonía es posible.

La película maneja un alto nivel de complejidad teórica, pero a su vez tiene la capacidad de ser simple. Es una comedia romántica de acción, con toques de ciencia ficción, que se disfruta de principio a fin, y que tiene una visión del mundo optimista, en donde la buena utilización del algoritmo puede ser la salvación.