Free Guy: tomando el control

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Seis meses en una granjita de rehabilitación para combatir la Deadpool dependencia.

Una estadía que le vendría bien a Ryan Reynolds con el objetivo de recuperar la espontaneidad perdida en sus interpretaciones. Inclusive cuando compone otros personajes, como el caso de esta producción que no tiene nada que ver con el superhéroe de Marvel, sus expresiones y el modo que remata los diálogos graciosos arrastran los modismos de Wade Wilson y ya terminó por cansar.

Todavía cuenta con el apoyo del fandom geek que le festeja cualquier cosa y su nueva película mima bastante a ese target de espectadores, sin embargo el estilo de humor que propone se volvió redundante y hasta predecible.

Free Guy es una propuesta familiar construida en base al robo de ideas ajenas que se maquillan como "homenajes", con el fin de armar una ensalada argumental que combina elementos (de un modo muy burdo) de The Truman Show, Tron, The Lego Movie, El día de la marmota, They Live (de John Carpenter), Matrix, Ralph, el demoledor y Ready Player One.

La pereza creativa del guión es realmente impactante y gran parte del entretenimiento del film se apoya en la comedia reiterativa de Reynolds y el fan service de Disney, que no es menos burdo que el de Space Jam 2.

Sin la necesidad de entrar en spoilers pueden imaginarse por donde va la mano.

El film apunta a conectar principalmente con la generación Tik Tok de gamers que pasan horas en You Tube para nutrirse con la sabiduría divina de los "influencers", quienes les venden productos a sus seguidores y desarrollan tutoriales para completar los videojuegos.

La trama inclusive cuenta con la participación de youtubers norteamericanos y periodistas de medios de prensa mercenarios como IGN, cuya finalidad es establecer un puente entre esta producción y ese nicho de espectadores que probablemente se enganchará más con la propuesta.

La narración del director Shawn Levy (Una noche en el museo) construye el conflicto central a través de dos líneas argumentales que se cruzan entre sí.
Una se desarrolla en la realidad y tiene como protagonistas a Jodie Comer (Killing Eve) y Joe Keery (Strangers Things), quienes sobresalen como lo mejor del reparto, y la otra se ambienta dentro de un video juego con Reynolds y sus momentos humorísticos.

Un penoso y sobreactuado Taika Waititi (el director de Thor: Ragnarok) interpreta al villano principal en un intento por ser gracioso que no termina de funcionar. El tema con esta película es que no todo está mal y durante el transcurso de la historia la obra de Levy trabaja cuestiones interesantes que podían haber elevado un poco más la calidad del contenido.

Hay por momentos una especie de comentario sobre el modo en que la mercadotecnia atenta contra el desarrollo de la creatividad en la industria del video juego e inclusive todo un rollo con una mujer que consigue experimentar un poco de romance en su vida a través de una relación con un código de inteligencia artificial.

Lamentablemente, el film no presenta ningún interés en explorar esas cuestiones a fondo y el foco de atención se concentra en un entretenimiento más genérico que tampoco despierta tantas carcajadas desde la comedia.

Después del tercer chiste sobre la virginidad de los gamers se hace evidente que los guionistas no estuvieron muy inspirados.

Free guy cuenta con un primer acto muy bueno, donde se genera un espectáculo atractivo con la presentación de los personajes principales y luego se empieza a desinflar para llegar a un final soso donde resuelven a las apuradas el conflicto central.

Es justo destacar que desde los aspectos más técnicos la obra de Levy se destaca en el campo de los efectos especiales y la elaboración de algunas secuencias de acción con autos que se disfrutan especialmente en la pantalla de cine.

Más allá que Reynolds se volvió infumable, la película tampoco es mala y funciona como pasatiempo pochoclero para entretenerse un rato.
Una cuestión que en estos días tiene un enorme valor.

Sin embargo, me quedó la sensación que el producto final, por el concepto que manejaba, podría haber ofrecido una producción muy superior sin tanta obsecuencia al fandom geek que busca complacer con desesperación.