Francotirador

Crítica de Fernando Herrera - Mirar y ver

Sobre héroes y tumbas

Chris Kyle se ha convertido en el último gran héroe americano. Una leyenda real amparada en su efectividad para asesinar a distancia, un especialista al que se le contabilizan 250 muertes (incluyendo mujeres y niños). Pero parece que Kyle fue eso y mucho más: un soldado tardío y obsesionado con sus objetivos, un cowboy de Texas, un compañero leal, un hombre de familia. Abordar todas esas piezas de rompecabezas podía ser un interesante punto de partida, sobre todo en manos de un director que ya ha dado sobradas muestras de su capacidad para retratar situaciones ambiguas sobre el heroísmo, pero en este caso prácticamente no hay zonas grises. Una escena inicial en la que Kyle debe eliminar a un niño que se vuelve una amenaza es seguida por una serie de situaciones que pretenden justificar lo injustificable.

Es más que probable que el francotirador esté convencido de que sus acciones salvan muchas otras vidas (de las vidas que cuentan para él). Pero todo da a entender que el viejo Clint comparte ese punto de vista. El presunto llamado a la reflexión inicial queda anulado y el espectador, como un marine paseando distraído por Irak, cae en una emboscada en la que lo único que sobrevive es la eficacia del estilo narrativo clásico de Eastwood. Eficacia que le permite regalar un par de escenas bien resueltas, sobre todo cuando Kyle encuentra a un rival de su altura y el duelo entre ambos se vuelve western.

En La conquista del Honor y Cartas de Iwo Jima, ambas del año 2006, Eastwood supo explorar la diversidad de puntos de vista y la manipulación de los hechos heroicos. Ahora deshace y descontextualiza simplificando al máximo. Lo mismo le había ocurrido a Kathryn Bigelow, que paso de la interesante observación de Vivir al límite (2008) a la justificación tramposa de La noche más oscura (2012) (ver nota en este blog).

Si las andanzas de Kyle son un inesperado éxito de taquilla en su país se debe precisamente a una lectura simple de exaltación de patriotismo y no a la exploración de un personaje con luces y sombras que en realidad nunca aparece. Se ha hablado bastante de la pereza de Eastwood en la escena del bebé de plástico, pero eso es apenas un recurso. La falsedad pasa por otro lado, mucho más peligroso.