Fragmentado

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

Si algún incrédulo dejó pasar la oportunidad para ver la redención de Shyamalan tras su film La Visita del año pasado, conviene saber que el resto del mundo ya oficialmente perdonó al realizador de clásicos modernos como El Sexto Sentido y El Protegido, pero también culpable de bodrios como La Dama del Agua y El Último Maestro del Aire. Fragmentado es no sólo una vuelta a los orígenes, sino también la evolución de un director que supo inspirarse en Hitchcock y Spielberg para absorber lo mejor de ambos, con una significativa cuota de autor.

En clave de thriller psicológico, el film que tiene a la (casi) argentina Anya Taylor-Joy como protagonista, es un relato tenso que comienza con un impacto apenas pasados los primeros cinco minutos: un hombre se sube a un auto tras deshacerse del conductor original, y secuestra a tres jóvenes que, a partir de ese momento, pasan a ser sus esclavas. Comienza así una seguidilla de situaciones turbias que revelan que el captor no es un psicópata, sino acaso algo más impredecible: un hombre que sufre de personalidades múltiples, algunas de ellas muy peligrosas. Esta premisa permite al director jugar con un suspenso por momentos inaguantable (pero siempre altamente hipnótico), y a la vez otorga al gran James McAvoy una herramienta para dar rienda suelta a un tour de force actoral de una potencia pocas veces vista.

La película alcanza las casi dos horas de duración pero, gracias a sus intérpretes y la hábil mano de Shyamalan, estas no solo no se resienten sino que hasta dejan ganas de más. Algo que, si el hombre cumple su palabra, obtendremos de aquí a un tiempo no muy lejano, puesto que el inesperado éxito del film casi garantiza una secuela. Mejor así: Shyamalan ha vuelto, y está en mejor estado que nunca.