Fragmentado

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

M. Night Shyamalan vuelve en su mejor forma, lejos de los ecos sobrenaturales y presentando un gran trabajo actoral. De entrada, el director es inteligente al plantear una dialéctica de tres personajes, uno de los cuales tiene 23 personalidades. Ese es Kevin (James McAvoy), que en la primera escena del filme rapta a tres adolescentes y las deposita en un sótano, para visitarlas turnando a las tres o cuatro personalidades dominantes de su psique. Luego está Casey (la británico-argentina Anya Taylor-Joy), psicológicamente la más fuerte de las tres raptadas, cuyo perfil resiliente se muestra en intermitentes flashbacks. Y finalmente está la doctora Karen (Betty Buckley), psiquiatra de Kevin, alguien que cree en la posibilidad de redimir a su paciente, a quien considera víctima, cuando en realidad Kevin está más preparado para ser victimario.
El viejo truco de la personalidad múltiple es, desde Psicosis, algo que no sorprenderá a nadie, pero McAvoy moldea muy bien cada faceta, desde el niño desvalido hasta la mujer y su esposo psicópata, para terminar en La Bestia, una suerte de Hulk con conciencia de raza superior. Quien verdaderamente va construyéndose como revelación es Taylor-Joy: habiendo debutado como la chica poseída de La bruja, esa maravilla del cine de horror que conquistó al más renegado, nuestro crédito es capaz de decirlo todo con una mirada de sus enormes ojos, como una especie de pequeña Björk.
Hay al final una sorpresita que ya no es tal, debido a su viralización, y es el paneo de Bruce Willis como David Dunn, el personaje de Unbreakable (2000), presagiando una secuela junto al protagonista de Fragmentado. Quizá sea sólo un capricho de Shyamalan, pero todo indica lo primero. El tiempo dirá.