Fragmentado

Crítica de Facundo Barrionuevo - El Día

Al maestro, con cariño.

Cuando una persona quiere dedicarse al cine se encuentra con dos problemas: 1) existe una película que se llama Psicosis, 2) existe Hitchcock.

¿Qué significa esto? Por un lado, que si alguien quiere filmar una película de suspenso tiene que por lo menos hacerlo en el nivel de Psicosis o hacer algo mucho mejor, tarea bastante imposible. Porque si no, todos iríamos a ver directamente la Psicosis de 1960 en vez de gastar plata para ver algo nuevo y malo. Otra posibilidad es que se haga una película totalmente distinta. Por otro lado, significa que si uno quiere adentrarse al mundo cinematográfico tiene que aprender con el mejor.

El director Gus Van Sant lo resolvió de una manera indiscreta. En 1998 Hizo una nueva versión muy particular de Psicosis. Casi un experimento. Filmó nuevamente una copia casi exacta, plano por plano, de la Psicosis original. Sólo le agregó algunas imágenes oníricas en escenas claves.

M. Night Shyamalan (Sexto Sentido, Señales, El protegido) también sabía de estos dos problemas. Así que recién después de una gran filmografía al fin se animó a ir más allá de Psicosis. Recordemos que aquella película de Hitchcock mostraba la historia de Norman Bates, un encargado de hotel rutero que asesinaba vestido de su propia madre, ya que padecía de algún tipo de psicosis, personalidades múltiples. Allí estaba la famosa escena del asesinato en la ducha. Aunque usted haya pensado instantáneamente “uh, nunca la vi” le aseguro que de alguna u otra manera usted la vio, si es que ha visto algo audiovisual en su vida. Ya que además de haber sido parodiada y copiada hasta el infinito, esa escena es una clase de cine en sí misma, un manual vivo de montaje audiovisual del que todo director tuvo que aprender ineludiblemente para poder hacer cine. M. Night Shyamalan se hizo cargo, aprendió la lección e hizo Fragmentado. Acá James McAvoy es un paciente con múltiples personalidades (¡¡23!!) que tiene cautivas a 3 chicas. En todas sus escenas el suspenso se hace presente en el transitar visual de cada una de las acciones. Poco a poco el victimario se configura como lo más atractivo, y lo fantástico empieza a deslizarse hábilmente y de manera furtiva.

M. Night Shyamalan trata de pararse sobre los hombros del maestro, sobre ese hombre que sabía demasiado. Hace un dificultoso equilibrio, con riesgo a caerse, para poder ver qué hay más allá.