Force Majeure: La traición del instinto

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Que pasa en un matrimonio cuando uno de los miembros decide tomar una decisión que afecta directa y potencialmente a todos los integrantes del grupo familiar?
No importa si la decisión es acertada o incorrecta, tan solo la enunciación de la controversia como elección de construcción narrativa.
De esto habla “Force Majeure, la traición del instinto” (Suecia, 2014), nuevo filme de Ruben Östlund y que a través de una estructura episódica y corno lógica nos permitirá introducirnos en la vida de un matrimonio mientras vacacionan junto a sus hijos en los Alpes franceses.
Durante un almuerzo un hecho hará que Tomas (Johannes Bah Kuhnke) tome una decisión y esa acción disparará la narración de la clásica crónica vacacional hacia un drama intimista en el que la exposición de la intimidad de él y de Ebba (Lisa Loven Kongsli) solo genera incomodidad y rechazo hacia sus protagonistas.
“Force Majeure” es el relato desesperado de la intensidad del dolor de una pareja ante la inevitabilidad de la separación como resolución de una situación determinante.
Y más desesperante aun cuando el director decide contar la historia a través de primeros planos con la consecuente exposición del nerviosismo y la tensión de aquellos momentos en los que los acontecimientos y el punto de vista de cada uno se muestra.
El él dijo ella dijo a la enésima potencia en un filme sin concesiones que recupera la clásica manera de relatar más con imágenes que con diálogos.
Es que las palabras en “Force Majeure” restan en aquellos momentos en los que solo se busca la compensación por un hecho crítico y del cual somos testigos y parte.
Justamente en este punto, es en donde “Force Majeure” encuentra con habilidad la manera de generar empatía o total rechazo para con la pareja que en crisis solo busca poder encontrar un cierre a su planteo y a sus vacaciones.
El lugar, los Alpes franceses, también se convertirán en actor protagonista del relato, ya que no solo brindara el escenario para la crisis sino que, además, será quien desencadene la historia a partir de un hecho particular.
Östlund reflexiona sobre la vida en pareja, la paternidad, los vínculos sociales, el consumo y los sueños, en un contexto de frivolidad y ocio que bien podría haber generado cualquier otro tipo de discurso. Pero no, el drama absorbe la narración y licúa cualquier otro tipo de enunciación posible.
De la postergación de deseos, de la tardía aceptación de las consecuencias a partir de decisiones, y de la clara y notoria individualización frente a una catástrofe, “Force Majeure, la traición del instinto”, afirma su discurso sobre imágenes de una belleza extrema que contrastan con la dureza del planteo narrativo. Intensa.