Fontana, la frontera interior

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

El militar que duda

A la lista de próceres llevados al cine recientemente, se suma la figura del Mayor Luis Jorge Fontana, militar naturalista clave en la determinación del territorio argentino. Fontana, la frontera interior (2009) retrata al héroe contrariado que supo ser, a través de sus escritos.

La historia está articulada por los relatos que el mismo Fontana escribió. Son reflexiones sobre su quehacer cotidiano como Coronel, diarios de viaje, de los acontecimientos trascendentales de su vida. De este modo, el film se divide en cuatro capítulos o episodios: "Chubut el cielo", "Chaco la tierra", "Formosa el agua" y "San Juan el tiempo".

Guillermo Pfening es el encargado de representar a Fontana, un patriota perdido en su propia tierra, dudando sobre su accionar, tratando de entender los motivos del exterminio de pueblos originarios, la fundación de la ciudad de Formosa o los límites fronterizos entre Argentina y Chile en el sur. Quizás ahí radique el mayor valor de la película, cuestionando qué significa ser patriota en 1880.

Dicho valor queda patentado en el último capítulo, cuando Fontana es nombrado gobernador de Chubut, tierra ahora habitada por inmigrantes galeses, que no hablan su idioma y por ende, no tienen intenciones de interpretar la Constitución Nacional. Fontana se encuentra frente al dilema de para quién gobenar: en honor a su Argentina o para habitantes que no se sienten parte de la misma.

Fontana, la frontera interior fue dirigida por el veterano Juan Bautista Stagnaro, director de Casas de fuego (1995) entre otras. Sus realizaciones pertencen a los años ochenta y noventa, estética y narrativamente. Hecho que se siente en el ritmo del relato, lento para los tiempos que corren. Quizás sea lo único que pueda criticársele a una producción que reflexiona sobre el accionar militar desde su protagonista.