Focus: maestros de la estafa

Crítica de Juan Pablo Schapira - Tranvías y Deseos

Es una de estafadores y engaños. “Con men”, le dicen al subgénero, para ser más precisos. La historia es la de un estafador muy bueno (Will Smith) que incluye en su equipo a una principiante que resulta talentosa (Margot Robbie, en ascenso). Se enamoran. Luego de un primer trabajo exitoso, se distancian y vuelven a encontrarse tiempo después en una estafa incierta y riesgosa. Si no confían en mi sinopsis y gustan de los trailers, allí encontrarán todo esto y más. Y mejor.

No sé si había una gran película aquí, tampoco creo que se trate de algo malo. Se deja ver, diríamos. De todos modos, me parece apropiado señalar una falta de fluidez narrativa, con obvias y pesadas secuencias que le restan dinamismo a la trama, además de una elipsis que debió ser más breve para generar mayor expectativa y credibilidad. Por otro lado, aparece una cierta desconfianza de los directores (también autores del guión, Glenn Ficarra y John Requa, peculiar elección) en el género, como si el hecho de saber que siempre hay un engaño a mano justificase cualquier tipo de información dudosa o inverosímil que luego será esclarecida en un diálogo revelador o a través de un ‘flashback’.

Es extraño. Los largos flashbacks de “Focus” contienen más dinamismo y emoción que las escenas que los preceden. Sólo una –la de las apuestas en el partido de fútbol americano- sale airosa, construyendo un ‘crescendo’ dramático que revela la estafa sutilmente, en medio de la acción; aunque luego un flashback se encarga de detallarnos el engaño. Esta regla de “el flashback nos salvará” se sostiene hasta los últimos momentos donde, por otra parte, se acumulan una serie de giros sucesivos que se acercan al agotamiento.

Más allá de Farhad (una hilarante creación de Adrian Martinez que tendría que haberse explotado más), la película carece de humor. Más allá de una primera escena de “entrenamiento” en la nieve y una secuencia de robo colectivo, el film no encuentra gracia. El intento de inclusión de un villano que no es tal, es cuestionable. La química de ambos –bellos- protagonistas con la cámara, es innegable. Entre ellos, habría que revisarlo. Es cierto que la segunda parte del relato hace ‘foco’ en el poco creíble drama romántico de los personajes, perdiéndose bastante de una cuota de juego y diversión que podría haber sido mayor. “Hancock”, por ejemplo (por mencionar una gran película con Will Smith), contaba un potente romance a la vez entretenido, cómico, vital. Y era una de superhéroes. Tomá pa vos “Birdman”, de paso.