Flores de ruina

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

En el contexto del proyecto Fundación Cine con Vecinos de Julio Midú y Fabio Junco, llega Flores de Ruina, película que redefine unas cuantas cosas, incluyendo la palabra amateur.
El contexto en el que surge esta película, es en los llamados Talleres de Cine Express, una búsqueda independiente y espontánea de contar historias de los vecinos de nuestro país (aunque la experiencia ya se ha extendido a Ecuador, España, Francia, Paraguay y Uruguay) y permitirles a ellos mismos ser los protagonistas de las mismas.

Lo paradigmático del film (del proyecto en sí, diría yo) es que no se contenta con la clásica mirada de “historias simples” que tiene el cine independiente argentino, el cine barrial incluso, como por ejemplo el de Raul Perrone, sino que justamente permite explorar historias sórdidas, personajes muy oscuros y situaciones bastante violentas y bizarras.
Flores de ruina nos cuenta la historia de tres hermanas bastante particulares, que conviven bajo un mismo techo, y que tranquilamente podrían ser las hechiceras de una película de terror. Viven con un contacto apenas existente con el exterior y sobreviven gracias a algunas manualidades que realizan.

Todo esto cambia cuando un criminal prófugo se les atraviesa en el camino, generándoles tantos problemas, como promesas de un futuro mejor, mientras que en el vinculo que se genera, las hermanas van dejando que aflore su personalidad, explorando entre las tres esa situación de convivencia tan particular.

Mas allá de lo duro de las actuaciones de Flores de ruina (nada cercano a un actor siquiera amateur) los climas que se logran son muchas veces interesantes, y el producto final se vuelve mirable, aunque mas no sea por darle una oportunidad a este proyecto tan interesante que se plantea en nuestro país.