Flamenco, Flamenco

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Desde las cuevas de Granada, desde las gargantas, desde el baile y desde la música de sus artistas más notables y de ese incomparable aire andaluz nació Flamenco flamenco , un film en el que Carlos Saura, como en Bodas de sangre , Carmen o El amor brujo , se apoyó en los ritmos y las danzas para descubrir lo más intenso, nostálgico y alegre de la tierra española.

Hace catorce años, el director ya había incursionado en el mundo gitano con Flamenco (de Carlos Saura) . Ahora, con la experiencia y la sabiduría que da el paso del tiempo, vuelve a reunir a parte del mismo equipo para adentrarse de nuevo en los actuales talentos de este arte. Un enorme galpón adornado con cuadros y figuras que traen a la memoria lo más intenso del flamenco sirvió como escenario para que desfilasen artistas veteranos y también una nueva generación de notables seguidores.

El film se convierte así en un viaje vital que recorre, al compás de la música, el ciclo de vida de un hombre. Saura, apoyado por la excelente fotografía de Vittorio Storaro, utilizó la nana flamenca para el nacimiento; mostró la infancia, a través de las músicas andalucí y paquistaní; para la adolescencia, los palos más sólidos y vitales; la edad adulta, con el cante serio, y la muerte, encarnada en la zona más profunda y en el sentimiento puro, para finalizar en un nuevo renacer basado en las propuestas de futuro.

Así, y con una cámara que no deja de mostrar cada uno de los movimientos de los artistas -las manos de los bailarines que vuelan como palomas, las gargantas enronquecidas que salen desde lo más profundo del alma, el rasguido de las guitarras y la apoyatura de las palmas, los cimbreantes cuerpos de las mujeres-, el film se transforma en un auténtico desfile por el más puro y auténtico aire andaluz. Y desde las primeras escenas, cuando el cantaor Carlos García y la cantaora María Angeles Fernández entonan la inolvidable rumba "Verde que te quiero verde", los cuadros van dando paso al martinete, a la saeta, a la bulería, a la nana y al garrotín a través de nombres emblemáticos como Paco de Lucía, Estrella Morente, Tomatito y Manolo Sanlúcar.

La tradicional Semana Santa tampoco está ausente a través de una impecable coreografía de Jaime Latorre, mientras que el bailaor Israel Galván demuestra su excelente porte en el cuadro "Silencio". Muchos son los nombres que desfilan por este film, y todos y cada uno de ellos supieron poner el clima adecuado para que el flamenco saliera de sus profundas raíces moras y se enriqueciera con tanto talento y tanta mezcla de alegría, de nostalgia y de amor. Isidro Muñoz, como director musical, supo acompañar con su indudable pericia.