Fin de siglo

Crítica de Tomás Cardín - Cinescondite

Ocho (Juan Barberini) es un joven argentino que viaja a España, más precisamente a Barcelona, para pasar allí sus vacaciones. Los primeros días de estadía transcurren sin demasiada emoción. No dialoga con otras personas, come algo dentro del departamento en el que se hospeda o en algún bar lindante, deambula por la ciudad, contempla el paisaje y el andar de los transeúntes desde el balcón, o se masturba mirando algunas fotos en Grindr -una aplicación de citas destinada a hombres homosexuales, bisexuales y transexuales-. Su situación se modifica a partir del encuentro con Javi (Ramón Pujol), un español de una edad cercana a la suya a quien ve pasar a diario -distinguiéndolo principalmente por lucir una inconfundible remera de Kiss-. Luego de un primer avistamiento desde su ventana, y de un segundo acercamiento en la playa, Ocho finalmente invita a Javi a subir a su departamento. Tras una breve charla se produce un intenso encuentro sexual que concluye con una despedida un tanto fría, en la que de todos modos terminan pasándose sus respectivos números de celular. A la brevedad, los protagonistas planifican una salida en la que salen a comer. En esta situación descubrimos, a través de la charla que mantienen, que ya se habían conocido en el año 1999.