Fermín

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

TANGO QUE ME HICISTE MAL

El Dr. Ezequiel Kaufman (Gastón Pauls) entra a trabajar como médico psiquiatra en un neuropsiquiátrico público. Entre sus pacientes descubrirá a Fermín Turdera (Héctor Alterio) a su nieta Eva (Antonella Costa) (...) Ezequiel descubre que Fermín sólo se expresa a través de letras de tangos y que ese Neuropsiquiátrico estropea más de lo que salva. Pero la nieta vale la pena. Y allí va, este idealista que anda solito agarrado las polleras de la madre, tratando de curar y curarse.

Poco para rescatar: los diálogos son flojos, la historia es falsa, los personajes son puros estereotipos. A Alterio se le entiende poco, lo que no deja de ser un alivio, y el filme es tan impostado que nada suena real. Por ejemplo, se habla mucho de los abrazos: en la calle, en la clínica y sobre todo en el tango. “Si la piba te abraza así –le dice un viejo milonguero al médico- está muerta con vos”. Pero, lamentablemente, a la hora de mostrar parejas bailando, el filme se olvida de los abrazos y manda a escena a tres parejas que interpretan “tango escenario”. Nada de abrazos, saltos, piruetas, payasadas, chicos de gimnasio disfrazados de arrabaleros. ¡Pobre tango y pobre cine! Ese sólo detalle impregna de artificiosidad a un filme lánguido, pesado, fallido, un melodrama que quiere ser pintoresco y no puede. ¿Algo para rescatar? La estampa de Antonella Costa, la primera milonga, bien bailada, en una pista barrera del año 45; el buen trabajo de Emilio Disi como un veterano baquiano y rencoroso. ¿El dato? Otra vez Luciano Cáceres anda enojado y otra vez, entre cortes, quebradas y evocaciones, entra por la ventana un poco de historia .