Femicidio. Un caso, múltiples luchas

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

NI UNA MENOS, MIRÁ COMO NOS PONEMOS

Hasta hace no muchos años atrás aquellos crímenes que hoy denominamos femicidios eran erróneamente llamados crímenes pasionales. Somos seres del lenguaje y denominar las cosas con un nombre o concepto u otro, nos marca de qué lado ideológico estamos. No es lo mismo crimen pasional, que romantiza y mesura un asesinato, que femicidio, que establece la problemática respecto a las mujeres como las grandes victimas del sistema patriarcal en el que vivimos. Este es uno de los focos de Femicidio. Un caso, múltiples luchas, documental de Mara Avila que además nos trae a la memoria el asesinato de su madre a manos de su pareja y el análisis que años después ella pudo realizar de tal hecho.

Mara nos habla desde la primera persona, nos cuenta cómo fue el momento en el que se enteró de la muerte de su madre, cómo fue procesarlo, qué pensamientos le suscitaron, como fueron los momentos posteriores. Y aquí recae la riqueza del documental: es honesto, desde la inexperiencia de quien realiza un documental no por cineasta sino porque quiere darle voz a quienes ya no tienen voz, mostrando la contradicción de sentimientos hacia su madre, la depresión por la que tuvo que pasar hasta obtener la fuerza de transformar la tragedia en lucha y reivindicación. Mara nos cuenta también cómo pudo capitalizar el dolor y la tragedia de no tener más a su madre en su tesis de grado de la carrera de comunicación, analizando cómo los medios habían tratado el femicidio de María Elena. Entonces el film nos traslada al año 2005 y nos espanta al exponer cómo los medios manejaron la noticia: categorizando el crimen como “pasional”, poniendo en duda el accionar de la víctima, explicitando “que él se enojó porque ella, siendo más joven, seguro lo querría dejar por otro”. Si bien los medios siguen repitiendo formulas iguales de nefastas, es verdad también que 14 años después la sociedad ha cambiado y ya no se aceptan tales formulas mediáticas, sino que se las escracha y se las repudia. Algo la sociedad avanzó, aunque aún nos falta.

Con imágenes de Mara en su vida cotidiana, bailando, realizando el documental, visitando a la familia, en su investigación de archivo y demás, el documental nos muestra cómo es la cotidianeidad de quien ha perdido injustamente a un ser querido; y cómo eso repercute a lo largo de su vida, cómo la injusticia y la impotencia de enterarse que el asesino de su madre quedó en libertad sin cumplir la pena, es también un momento de quiebre en la estabilidad emocional que se puede conseguir luego de pasar una tragedia como la que vivió.

El feminismo, la sororidad de familiares, alumnas de su madre, amigas y compañeras de militancia por la igualdad de género, le han dado a Mara una red de contención que le ha permitido alzar la voz, por su madre y por todas aquellas mujeres victimas de la violencia machista y de la justicia patriarcal. Entender que la lucha y el dolor es colectivo, es un motor para seguir en el camino de transformación social que estamos llevando a cabo. Es contradictorio tener que escribirlo, porque desearía que no haya más femicidios, pero es necesario que más casos como el de María Elena no sean olvidados, porque un pueblo sin memoria está destinado a cometer los mismos errores. Lamentablemente en lo que va del 2019 (67 días) hubo 54 femicidios conocidos y relevados por los medios de comunicación, enterarse de estos asesinatos llena de bronca y frustración, pero enseguida sabemos que la lucha sigue y que el cambio y la revolución igualitaria es más lenta de lo que quisiéramos, pero que se está dando, se está dando.