Favio: Crónica de un Director

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

El corazón detrás de la cámara

Si hay una ventana por donde entrar a este documental es aquella que hace foco en el amor por el cine. Ese es el motor que llevó a Alejandro Venturini a llevar adelante "Favio, crónica de un director". Claro, el cine y Leonardo Favio, desde ya, como dos puntas de un hilo rojo indestructible. La estética de este documental tiene la impronta de las películas del músico, actor y compositor mendocino, y allí radica su mayor acierto. A lo largo de dos horas, que en principio pueden parecer extensas pero luego son ampliamente disfrutables, se va contando la vida y obra de este autor. Desde su infancia en Luján de Cuyo hasta su paso por el reformatorio, que dio el leit motiv para "Crónica de un niño solo"; y todo el proceso creativo, de casting y de preproducción de películas icónicas en su filmografía como "Nazareno Cruz y el lobo"; "Juan Moreira", "Gatica, el mono" y "Aniceto". El perfil político del director y su pasión por el peronismo también se reflejan en esta historia, contada por su entorno familiar y los actores y productores que trabajaron a su lado. Lo más jugoso, sin embargo, se da con las propias palabras de Favio, extraídas de una entrevista aún inédita de 2009, en la que él exponía su devoción por el cine. "El cine es hermoso, es como el amor, cuando querés escapar no podés", dice Favio, con su acostumbrada simpleza y brutal contundencia sensible. Para los amantes del cine, imperdible.