Fantasma de Buenos Aires

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Hay un malevo en mi cuerpo

"Fantasma de Buenos Aires". Un joven y su raro "cruce" con un guapo muerto en 1920.

Lo primero que sorprende de Fantasma..., producción de la FUC dirigida por el debutante Guillermo Grillo, es que sea una película de género. Lo segundo, que sea de tantos géneros: comienza con guiños al cine de terror o fantástico y, luego, va convirtiéndose en una comedia dramática, en la que no faltan elementos de tragedia, de filme romántico ni de película de suspenso. Uno de sus ejes es la contraposición de dos ciudades (Buenos Aires), dos países (Argentina) y dos épocas, que es igual a decir dos mundos o formas de ver el mundo.

En algún punto, Fantasma... parece hecha de fragmentos de películas norteamericanas (que el director habrá disfrutado sobre todo en los '80), pero con ambientación y personajes bien porteños. La combinación suena tentadora, pero su resultado es irregular. Por momentos, la historia genera interés -el tono y el tratamiento se mantienen bien alejados del cine contemplativo-; por otros, gracia, sobre todo a partir de un personaje de comienzos del siglo XX que, traspolado al XXI, debe "enfrentarse" a una realidad con mayor libertad sexual y menor sentido de la pertenencia.

La película empieza en el pasado: con un cuchillero (Canaveri; Iván Espeche) muriendo violentamente en 1920. Luego, la actualidad: tres jóvenes juegan a la copita y terminan convocando al espíritu del malevo. Uno de los muchachos (Tomás; Estanislao Silveyra), cuya madre murió cuando era chico, hará contacto con el guapo y, más adelante, le prestará su cuerpo para que cumpla una última misión en la Tierra. ¿Una venganza?

Como si se tratara de una combinación de Hay una chica en mi cuerpo -por el procedimiento para representar la "convivencia" corporal- con Sueños de un seductor -Canaveri le da consejos sentimentales al muchacho, como el fantasma de Humphrey Bogart a Woody Allen-, la película termina centrándose en la masculinidad, en los distintos modos de acercamiento a las mujeres. Y, si bien Grillo elude las tentaciones del "psicologismo", sus personajes caen en algunos lugares comunes y trazos gruesos. Y ciertas subtramas, como la de la madre muerta, parecen innecesarias o acaso excesivas: algo así como rizar un filme con demasiados rizos.