Fantasma de Buenos Aires

Crítica de Brian Macchi - Fancinema

UN BUEN MOMENTO

A partir de 1996, la Universidad del Cine comenzó a producir largometrajes, dentro de los cuales algunos recibieron importantes repercusiones en el público y en la crítica nacional e internacional, como Moebius, Mala Época, Sólo por Hoy, Mercano el Marciano y Vísperas. También se ha desarrollado como centro de producción y realiza anualmente ciento cincuenta ejercicios prácticos, curriculares y extracurriculares de una duración promedio de diez minutos cada uno (aproximadamente diez cortometrajes en 35mm, treinta en 16mm y 100 en video).

La última producción de esta institución es Fantasma de Buenos Aires, opera prima de Guillermo Grillo, en la cual tres amigos para divertirse hacen el “juego de la copa” y, para su sorpresa, la sesión de espiritismo funciona apareciendo el fantasma de un malevo asesinado en 1920. El espectro pasa a habitar la casa, manifestándose como una sombra que canta tango. Sólo uno de los muchachos, marcado por la muerte de su madre cuando era niño, se interesará en este fenómeno. El joven ayudará al fantasma a esclarecer los motivos de su muerte mientras que el malevo ayudará al joven a pelear por la chica que quiere.

La película apunta a ser un trabajo simple, que no busca la grandilocuencia, sólo con elementos conocidos pero bien utilizados, intenta cautivar a los ojos del espectador. Esta búsqueda es conseguida ya que la cinta no resulta aburrida, su buena dinámica y entretenido argumento llevan a que el espectador pase un agradable momento, sin convertirse en una obra fundamental dentro del cine.

Principalmente, resulta atractiva por una trama fresca, que más allá de contener elementos que ya han sido vistos, se encuentran bien ubicados y llevan a que la relación entre hombres de diferentes épocas, junto con una historia de amor (de acertado tratamiento), provocan que este film se destaque por su aceptable construcción. No obstante, algunos pasajes del guión se encuentran bastante forzados, como obligados a suceder, que hacen provocar cierto “ruido” dentro de esta dinámica narración.

Buenos Aires es utilizada acertadamente como fondo de esta ficción, usando con sabiduría las locaciones donde se cuenta esta ficción. Además, representa un acierto la inserción de esta trama dentro del ámbito porteño como también dentro de la historia de nuestro país, marcando diferencias que mínimamente hacen reflexionar sobre nuestro presente. Sin embargo, el exceso en algunas escenas del recurso nacionalista hacen perder (por momentos) el buen enfoque local que tiene la película.

Acompañando la destacada dinámica, existe un acertado trabajo actoral que logra transmitir sensaciones mediante sus interpretaciones donde resaltan los protagónicos de Estanislao Silveyra e Iván Espeche. Conjuntamente con estas labores, hay una correcta tarea técnica, sobretodo a nivel sonido que siempre representa una dificultad para las producciones nacionales.

Sin llegar a ser un film brillante, Fantasma de Buenos Aires es una agradable propuesta que lleva, más allá de sus notorias fallas, al espectador a pasar un ameno momento, con una historia con la cual se puede llegar a sentirse identificado. No será éxito de taquilla, ni ganadora de muchos galardones, pero entretiene y divierte a quien la observa, característica que en estos tiempos representa demasiado.