Familia peligrosa

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El crimen no falla

Quieren ver a De Niro nuevamente como maffioso, un gángster retirado y soplón, caricaturesco pero igualmente peligroso? Esta es la película. ¿Quieren ver a De Niro parodiándose a sí mismo con el tradicional “fuck”, como si tal cosa fuera graciosa? Esta es la película. En realidad, el argumento de Luc Besson (Subway, El quinto elemento, El perfecto asesino) es llano y familiar, valga la redundancia, pero se sostiene por la interpretación de dos grandes actores: De Niro, como Giovanni Manzoni, recluido con su familia en Normandía bajo un programa de protección de testigos, y Tommy Lee Jones, como el agente del FBI que le brinda protección a cambio de permanentes dolores de cabeza. Los Manzoni son como Los Soprano; más bien, como unos Locos Adams sicilianos. Aterrizan en un pequeño pueblo al norte de Francia y dan vuelta a la comunidad (al extremo de que, milagrosamente, todos hablan inglés); la esposa de Giovanni, Maggie (Michelle Pfeiffer), es capaz de dinamitar un supermercado si la atienden mal, y sus hijos adolescentes instauran el contrabando y la extorsión en el colegio local (Besson pone algo de su heroína Nikita en la pasional Belle). Pese a narrar un viejo cuento, la película tiene momentos entretenidos y alguna que otra escena ocurrente (como cuando Giovanni, en su rol de inmigrante ítaloamericano, es invitado a un cine debate sobre Goodfellas, de Scorsese, y termina como una entrevista a De Niro, el mafioso, en el programa Actor’s Studio). En el balance, sin embargo, Familia peligrosa es demasiado obvia y deja historias paralelas sin resolver.