Extraordinario

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

Luego de adaptar su exitoso libro Las ventajas de ser invisible, Stephen Chbosky continúa su trayecto como director y guionista con la adaptación del bestseller Extraordinario, la historia de August Pullman un niño que sufre una deformidad en su rostro y que junto a su entorno brindan una lección sobre amabilidad.
Su rostro lo hace distinto y él lo único que quiere es pasar desapercibido. Camina siempre con la cabeza gacha y sus ojos fijos en el suelo, se divierte al observar los zapatos de los otros. Esconde su rostro, en vano, porque aún así, es objeto de miradas de asombro y murmullos agobiantes.

August Pullman (Jacob Tremblay) tiene diez años y no le gusta salir al exterior, prefiere la comodidad de su casa junto a su familia y su fiel perra Daisy. Su mundo se centra en Star Wars y el estudio de los planetas, utiliza su casco de astronauta para emprender aventuras y adentrarse en el extraño mundo de la ciudad de Nueva York. La única razón por la cual se esconde es porque nació con una condición congénita que requirió de múltiples cirugías para salvarle la vida. Veintisiete fueron las intervenciones quirúrgicas, y eso no bastó para que Auggie se viera “normal”. Este año representa un cambio muy grande, su mamá ya no lo va a educar en su casa y va a tener que cursar en un colegio junto con otros niños de su edad. La idea lo aterra, pero se siente listo.

La película se adentra en ese proceso que resulta difícil para cualquier niño, pero que desde la perspectiva de Auggie es aún más aterrador. Ya que no puede ocultarse y debe mostrarse tal cual es. A través de la narración en off, el niño relata cómo vive su experiencia y cómo busca la tan ansiada integración. Sus palabras inspiran a lo largo del trayecto y brinda una lección de humanidad a cada persona que se cruza.

Si bien Auggie es el personaje principal, la historia incluye a las personas que orbitan a su alrededor para mostrar diversas miradas. Chbosky utiliza la misma narrativa que la novela de R. J. Palacio y divide a la película en varios capítulos donde cada personaje puede contar su punto de vista y su relación con el pequeño.

El comienzo escolar implica un nuevo mundo en el núcleo de Auggie y se observan los sufrimientos que pueden ocasionar este tipo de cambio y el miedo a enfrentarlo. La variedad de narrativas ayuda a que sea un film más dinámico y, al mismo tiempo, logra empatizar con un público de todas las edades. La cinta busca el equilibrio entre comedia y drama sin la necesidad de abusar en recursos sentimentales. Su prioridad desde el inicio es mantener el mismo tono que el texto original.

Por momentos Extraordinario transmite un mensaje demasiado positivo para la gravedad de la temática. En una era donde el acoso escolar es moneda corriente y crece exponencialmente en todos los continentes, es necesario tener en cuenta que esta problemática no desaparece del día a la mañana y hay que estar atento para registrarla y ayudar a evitarla porque inevitablemente forma parte del crecimiento de los niños y niñas.

El guion se encarga de plantearlo desde un lenguaje comprensible y fácil de asimilar. Utiliza diversas situaciones para mostrar cómo es crecer alrededor de este tipo de violencia desde la perspectiva de quienes lo sufren o lo ejecutan y también muestra cómo un adulto puede empeorar o mejorar la situación. Uno de los puntos en contra que tiene la adaptación es que está enfocada para sacar la mayor cantidad de lagrimas posibles al espectador y lo consigue con éxito. Especialmente en el último acto donde ya es evidente el sentimentalismo mas dramático y extremo.

El encanto y la ternura de Auggie funcionan gracias a la impecable interpretación de Jacob Tremblay que deja a todos rendidos por la naturalidad de sus expresiones y diálogos. Todo el elenco da vida a una serie de personajes diferentes entre sí pero unidos por una misma causa. Cada una de las actuaciones son efectivas y ayudan a diagramar la esencia de la historia. Una de las que se destaca es Julia Roberts que se pone en la piel de Isabel, la madre del niño, sólo con su presencia brinda otro tipo de categoría y sus breves apariciones contribuyen aún más a la efectividad.