Extraños en la noche

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Vida de músicos

Empatía y fotogenia son los dos pilares de Extraños en la noche, la película de Alejandro Montiel que protagonizan Diego Torres y Julieta Zylberberg. Martín y Sol sueñan con vivir de la música; ella dejó atrás una banda de rock y ahora canta en eventos con Martín al piano, mientras esperan alguna oportunidad de brillar, cada uno en lo suyo.

La película resume un repertorio de escenas clásicas en la comedia romántica y toma momentos de películas muy recordadas, como Los fabulosos Baker Boys, en una imitación fresca y posmoderna de la chica cantando sobre el piano y ronroneando a lo Michelle Pfeiffer.

La actriz argentina que se destacó por trabajos dramáticos muy interesantes, esta vez ingresa en un registro sencillo, logrado a fuerza de convicción, y buena química junto a Torres. El cantante pone su histrionismo al servicio de un personaje inseguro, prejuicioso con respecto a la música popular y con el ego por el piso.

Supera las limitaciones de la historia de amor planteada de esa manera una trama policial que abre el juego a otros contextos y personajes: el edificio, los vecinos y el portero; la vida secreta del vecino de arriba; la noche y la política, en dosis amables, al tiempo de que los pequeños dramas personales se resuelven con un poco de ingenio.

Acompañan a la pareja, Fabián Vena, Ludovico Di Santo, Betiana Blum, Daniel Rabinovich, Laura Conforte, Alexia Moyano, entre otros. La música funciona como síntesis, sobre todo en los compactos de imágenes a la manera de videoclip, y Torres estrena la balada Sol del nuevo día. Entre chispazos de humor sobre estilos musicales y guiños, como el del título, un eterno romántico, la película de Montiel entretiene sin desentonar.