Extrañas apariciones 2

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Estilo colonial

A una década de que los fantasmas japoneses hicieran furor, con títulos como The Ring, The Grudge y Llamada perdida, la compañía norteamericana Gold Circle se anima con una saga “basada en hechos reales”. No es el único hilo común: ambas se titulan, originalmente, El hechizo en Connecticut, aunque esta secuela ocurra en Georgia. Aparte del grueso arbitrio (un aplauso aquí para el titulador), Extrañas apariciones 2 es superior a la anterior. Siguiendo el impulso de El mayordomo y 12 años de esclavitud, la acción se sitúa en una pradera antiguamente ocupada por esclavos. Los Wyrick ocupan la granja sureña y tanto Lisa como su hija Heidi tienen visiones de personas que corren entre los pastizales o cuelgan de una soga; Lisa combate las visiones con pastillas, pero Heidi se hace amiga de Mr. Gordy, un fantasma de saco, corbata y sombrero, descendiente del latifundista que ocultó a esclavos fugitivos del Ku Klux Klan. Hay torturas con hilo y aguja, estilo Hellraiser, la eterna lucha del bien y el mal e imágenes de los Wyrick en 1993 (año de las apariciones) y al momento de realizar la película. ¿Envejecieron bien? Quizá la duda amerite ver la película.