Expediente Santiso

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Un relato caótico e inverosímil

Si los detractores de lo que fue el Nuevo Cine Argentino cuestionaron tantas veces la experimentalidad y la falta de una narrativa clásica en pos de un minimalismo y un ascetismo alejados de los cánones del entretenimiento con aspiraciones masivas, Expediente Santiso podría funcionar como ejemplo opuesto: un film que incursiona en muy diversos géneros (el thriller psicológico, el drama familiar, la variante fantástica con elementos esotéricos y sobrenaturales y hasta el falso documental) con tantas ambiciones y ramificaciones que termina perdiéndose en el caos y la confusión.

La ópera prima como director del hasta aquí actor y guionista Brian Maya tiene como antihéroe a Salvador Santiso (Carlos Belloso), un corresponsal de guerra que en pleno conflicto en Irak en 2003 pierde a su hija durante un bombardeo. Tras pasar casi una década encerrado en un hospital neuropsiquiátrico, es dado de alta e intenta reconstruir la relación con su esposa (Eleonora Balcarce) y volver de a poco a su trabajo por iniciativa de su ex jefe (Edgardo Nieva). Pero el protagonista está convencido de que su hija sigue con viva y -sin que nadie lo tome demasiado en serio- se obsesiona con investigar una conspiración ligada a los experimentos genéticos de los nazis que escaparon de la Segunda Guerra Mundial.

Con una estructura poco fluida (no ayudan varios segmentos editados a puro vértigo), un trabajo visual con más tropiezos que hallazgos en la creación de climas pesadillescos y un entramado dramático caótico e inverosímil, Expediente Santiso desperdicia un buen elenco que intenta sobrellevar de la manera más digna posible los diálogos y conflictos que se le presentan.