Exorcismo

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Todos los lugares comunes

Repleta de clichés del cine de terror, #Exorcismo no asusta más que por efectos de sonido fuertes y sorpresivos. Los personajes no tienen rasgos personales, sólo responden a tipos prefabricados del género y las interpretaciones no hacen mucho por agregarles valor.

La historia comienza con el suicidio de una mujer y, después de exponer de forma bastante perezosa la información que el espectador necesita, comienza la verdadera acción. Un grupo de jóvenes aprovecha un asilo abandonado, con un siniestro historial de maltrato hacia sus pacientes, para hacer una fiesta. Patrick (Kelly Blatz), que trabaja con el sacerdote que está a cargo del lugar, intenta convencer a sus amigos de que se vayan hasta que conoce a una chica (Brittany Curran) y decide quedarse. Alentados por el alcohol y alguna otra sustancia, los chicos hacen un juego de ocultismo y uno de ellos es poseído por un espíritu maligno. No les queda más que sobrevivir como sea y realizar un exorcismo amateur.

Los toques de humor redimen un poco a la película de Marcus Nispel, quien fue el encargado de las remakes de La masacre de Texas y Viernes 13. Por momentos hay una conciencia del material con el que se está trabajando y se juega con el ridículo de algunas situaciones, como la inclusión de un tutorial de Internet para hacer un exorcismo o llevando al gore extremo una escena en la que la cara de una persona es rebanada por la mitad con una hoz.

También hay una divertida idea de mezclar características de varios subgéneros del terror, como la película de posesión, la de lugares embrujados y el slasher juvenil. Pero todo esto queda sin desarrollarse y se abandona toda ambición rápidamente, con el resultante de una película apenas aceptable para un pijama party adolescente.