Excursiones

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Un soplo en el corazón

Una comedia sobre la amistad de Ezequiel Acuña.

Los vaivenes de una relación amistosa son, probablemente, los más difíciles de captar para un medio como el cine. Sin los componentes dramáticos más obvios de las relaciones filiales o de pareja, la complejidad, idas y vueltas, los detalles que arman y de-sarman amistades necesitan de un grado de sutileza que no muchos cineastas poseen. Esa sutileza es la que hace de Excursiones una gran película, capaz de captar la intensidad, la desazón, las pequeñas traiciones y los momentos divertidos en la vida de dos amigos.

No hablamos aquí de la típica "buddy movie" americana, sobre dos hombres diferentes que terminan haciéndose amigos pese a tener personalidades opuestas. En Excursiones, Marcos y Martín eran amigos de la secundaria, pero cada uno tomó un camino separado y se dejaron de ver. Unos diez años después de esa "separación", Marcos (Matías Castelli), que trabaja en una fábrica de golosinas, decide terminar una obra teatral que había empezado en el colegio y llama a Martín (Alberto Rojas Apel), que se ha convertido en un guionista profesional, para que lo ayude.

La obra teatral es la excusa para retomar esa relación, la que les sirve para reunirse semanalmente, para saber uno del otro y para hablar de esos otros amigos que Martín dejó de ver pero que Marcos aún frecuenta. Y para lidiar, además, con un fantasma del que casi no hablan: Lucas, un amigo de ambos que murió en un accidente, acaso la situación más evidentemente "guionada" de la película.

El filme -que se construye a partir de los encuentros entre ambos- funciona por momentos como una muy ensamblada comedia: los diálogos, los reproches ("es la mía", le dice Marcos a Matías cuando lo ve usando una remera de Morrissey, "es large y vos no usás large") y las confusiones suelen ser muy graciosas, con los actores consiguiendo un timing perfecto en el que casi nunca se nota el armado. Se siente real, verdadera, honesta.

El filme da espacio a la aparición de terceros, personajes que van a ejercer divisiones entre ambos y que permitirán que el espectador note que, pese al cariño que los une, ambos han armado universos bastante diferentes. Está la hermana vivaz de Marcos, Luciana (Martina Juncadella) y el hermano pedante de Matías, Ignacio (Ignacio Rogers); un actor que ayuda en los ensayos, pero que termina entrometiéndose demasiado (Martín Piroyansky) y un director teatral algo peculiar (Santiago Pedrero).

Rodada en un bello blanco y negro que imprime al filme un tono nostálgico y le da cierta filiación con la comedia indie americana de Jim Jarmusch o Kevin Smith; con esas secuencias musicales, casi separadores, a los que el director de Nadar solo es tan afin (la música de la banda uruguaya La Foca es otro aporte al tono pop melanco que tiene el filme), Excursiones es una de las mejores películas argentinas que se han hecho sobre la amistad, sobre cómo el paso del tiempo modifica a las personas pero, a la vez, nunca termina por romper ciertos lazos. Y esos lazos, al traspasar a la platea, conectan al espectador con Marcos, con Matías, y con la experiencia casi sensorial de la amistad verdadera, hecha de experiencias, alegrías y penas compartidas... y no de contactos en Facebook.