Eva y Lola

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Resistiré (para seguir viviendo)

¿Cómo abordar desde el cine de hoy temas muy complejos, arduos, controvertidos y a la vez ya bastante transitados en el pasado? ¿Cómo construir una película que genere empatía sin caer en lo banal o lo superficial a la hora de elaborar conflictos psicológicos de una dimensión y una profundidad casi extremas?

Sobre estas peligrosas aguas se mueve esta nueva película de Farji y -aún con sus problemas, con sus desniveles, con algunas decisiones artísticas que seguramente generarán polémica- la directora de Cielo azul cielo negro y Cuando ella saltó logra sacarla a flote cuando muchos podían intuir un seguro hundimiento.

A partir de un guión basado muy libremente en el caso real de la hoy diputada nacional (y nieta restituida) Victoria Donda, Eva y Lola se arriesga con una doble historia: la de Eva (Celeste Cid), una joven artista que sigue conviviendo con el fantasma (todavía demasiado presente) de su padre desaparecido; y la de su amiga y colega Lola (Emme), que se debate entre conocer la verdad o seguir bajo la sombra de un militar apropiador (Jorge D´Elía) con el que ha crecido.

En una apuesta que a mí no me convence del todo, Farji y su coguionista Victoria Grigera Dupuy deciden abrir otras subtramas (como la que protagonizan dos seres solitarios, temerosos y hambrientos de amor encarnados por Alejandro Awada y Victoria Carreras) y esa coralidad es la que a mi gusto desvía la atención y no permite profundizar del todo en las múltiples facetas y aristas de las dos historias centrales.

La película tiene algunas escenas tan bellas como superfluas (generalmente vinculadas a la relación amorosa entre Cid y el talentoso Juan Minujín, cuyo tono parece de otro film) y unas cuantas de enorme solvencia y caudal emotivo (como la cena navideña en la que Eva escucha las anécdotas sobre su padre).

Celeste Cid -tal como ya lo había demostrado en una comedia romántica como Motivos para no enamorarse- ratifica su "romance" con la pantalla grande: su belleza, su carisma y su ligereza para sobrellevar incluso los momentos más pesados en términos melodramáticos hacen disfrutable cada una de sus apariciones. Esa "chispa", ese brillo, es el que en la comparación disminuye el lucimiento de Emme (la gran revelación de El niño pez), que de todas formas sale bastante airosa de un personaje difícil en todos los terrenos.

Con la ayuda de sus actrices y el aporte de un verdadero dream team técnico, Farji concreta una película que está lejos de ser redonda, pero que tiene unos cuantos buenos pasajes, un acabado visual muy logrado y una honesta propuesta destinada a la discusión sana, profunda y descarnada.