Eternals

Crítica de Javier Franco - Cinéfilo Serial

Esta semana desembarca en cines de todo el mundo la nueva gran apuesta de Marvel Studios: «Eternals». Se trata de la primera película, de un equipo de superhéroes, dentro de la fase 4 del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM). La encargada de convertir en realidad la historia de los eternos es la recientemente oscarizada Chloé Zhao. Recordemos que el año pasado estrenó la multipremiada «Nomadland», con Frances McDormand como protagonista incuestionable. En esta ocasión, la directora oriunda de Pekín, se sale de su clásico estilo audiovisual independiente y temáticas relacionadas a los conflictos internos de los protagonistas para aventurarse en una monumental historia al clásico estilo Marvel, con planeta al borde de la destrucción incluido y todos los necesarios clichés del género.

La historia se basa en los cómics creados por Jack Kirby en la década del 70. Narra la historia de los Eternos, una raza de seres inmortales con poderes sobrehumanos que han vivido en secreto en la Tierra durante miles de años. Quienes se pregunten por qué no interfirieron antes, quédense tranquilos que existe una respuesta muy simple. Esta incorporación expande aún más los horizontes de la empresa que recién comienza a esbozar las nociones de multiverso, conceptos temporales, universales e intergalácticos que rigen el UCM en su totalidad.

Dicho todo esto, empecemos con nuestra experiencia al visualizarla. Cinematográficamente es impecable, tal vez una de las más delicadas y estéticas películas de la franquicia. La directora insistió en utilizar la mayor cantidad de escenarios reales para las tomas y eso tiene un impacto directo en el resultado final. Todo se siente muy tangible y verosímil, le aporta mucha credibilidad a la historia y le brinda un aspecto sobrio, moderado y realista, que corta con la extravagancia en exceso de otras entregas. Sin embargo, eso no significa que cuente con poca espectacularidad visual, toda la presentación de los poderes de cada personaje y el uso de sus habilidades en el campo de batalla, la dota de la maravilla necesaria para que disfrutemos enormemente de lo que vemos. Nobleza obliga, debemos mencionar las inacabables puestas de sol que rodean el mundo de Zhao, es clara su devoción hacia la majestuosidad de la «hora mágica».

El gran problema del filme es su guion. Y no queremos decir que hay un problema de guionistas, o de elecciones, el problema es el tamaño del argumento. Estamos frente a un relato que funge como presentación de una nueva raza de superhéroes, con una breve introducción de cada uno de esos 10 personajes, sumándole que tienen la obligación de interpelar al espectador. También, presenta a nuevos villanos: los desviantes. Debe explicar muchísimos nuevos conceptos e ideas en torno a los «Celestiales» y su función dentro del universo. A la vez nos presenta un conflicto central que involucra la destrucción del planeta, varios subconflictos amorosos y problemas de ego y motivaciones dentro del equipo. Es prácticamente imposible que todo eso se pueda unificar en un poco más de dos horas sin tener algún que otro inconveniente. Para darnos una idea, sería algo así como que «Avengers» (2012) se haya estrenado sin ningún largometraje previo y tengan que explicar todo ahí mismo.

Tal vez, lo más conveniente hubiera sido desistir de algunos conflictos o explicaciones para no sobrecargar de información al público. La inexperiencia en el género por parte del equipo de guion, tal vez se vio reflejada en el excesivo uso de flashbacks como recurso develador de misterios o la abundancia de diálogos que explican hasta lo más mínimo. De todas formas, no es algo que aturda. Claramente no juega en las ligas de entretenimiento que nos tiene acostumbrados el estudio, pero la comicidad está presente, y gana en otros aspectos que la convierten en un caso aislado dentro de la franquicia.

El metraje presenta una visión mucho más madura y rompe con varias reglas tácitas. Una de ellas es que presenta héroes que no brillan por sus cualidades exteriores, sino que resplandecen por sus atributos internos. Sus poderes casi que pasan a un segundo plano en los momentos clave del relato. Tampoco tiene miedo en desarrollar escenas de sexo, o besos, entre personas del mismo género, algo completamente vedado hasta el momento. El motor de acción de los personajes en la esperanza y los buenos deseos hacia la humanidad, y toma mucho de la filosofía oriental para explicitar este rasgo. Hasta en los momentos más caóticos de batalla (que hay muchos), reina la serenidad por sobre el descontrol.

Necesitaríamos un segundo artículo para poder hablar, como corresponde, de la cantidad de actores delante de pantalla. La historia de cada uno vale la pena ser contada. No se trata solo de celebridades del tamaño de Angelina Jolie o Salma Hayek (por cierto, la primera heroína que habla español). Encontramos pequeñas joyas como el surcoreano Ma Dong-seok en la piel de Gilgamesh, el comediante pakistaní Kumail Ali Nanjiani como Kingo, el irlandés Barry Keoghan como Druig, la estadounidense Lauren Ridloff como Makkari (quien es sorda e incluyeron el lenguaje de señas en el filme gracias a su personaje) y hasta Kit Harrington en un pequeño pero importante papel. Paramos de contar para no aturdir al lector, pero este problema de cartelera se transpola a los personajes y algunos reciben mucha menos atención que la que deberían. Está claro quiénes son los protagonistas, y quiénes los acompañantes, pero irremediablemente hay que decir que a algunos le sienta mucho mejor el casting que a otros.

No es la primera vez que Marvel apuesta por traer directores con nombres propios y estilos definidos para refrescar la desgastada fórmula de sus productos (desgastada, no quiere decir poco efectiva). En ocasiones anteriores pudo haber sido James Gunn o Taika Waititi, dos directores que dieron en el clavo con sus coloridas, desprejuiciadas y divertidas formas de encarar una cinta héroes interplanetarios. Pero ahora estamos frente a un choque diferente. Mientras Gunn venía de dirigir «Super» (2010) y Waititi dirigió «What We Do in the Shadows» (2014), dos cintas similares al estilo de la casa, Zhao viene de la mencionada «Nomadland», «The Rider» (2017) o «Songs My Brothers Taught Me» (2015). Sus películas son profundamente terrenales, y no está demás mencionar que en todas ella fue guionista, directora y productora, lo que significa que siempre controló todos los aspectos de su obra. En consecuencia, la combinación del sello de autor con la receta mega estudiada del gigante de los comics, da como resultado una pieza muy especial.

Indudablemente será muy discutida ya que el look adulto y las vibras realistas que desprende la cinta no se corresponden para nada con las históricas formas de este universo, que ya cuenta con 25 entregas (sin contar series y películas aún no estrenadas). Pero parece razonable, y hasta necesario, eventualmente salirse de la zona de confort con el afán de seguir mejorando las características básicas del género.

«Eternals» configura un estilo radicalmente diferente, que viene a convertirse en la primera en su impronta. En el futuro, veremos si queda como un caso aislado, o si los directivos del estudio deciden seguir explorando la huella que plantó Zhao. Lo cierto es que vale la pena disfrutarla en pantalla grande. La película de Marvel, menos Marvel, merece recibir el respeto de los fans tan solo por el hecho de animarse a salir del molde y regalarnos una atípica historia de superhéroes.