Eternals

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

La película de Marvel, dirigida por la realizadora de «Nomadland», se centra en un nuevo grupo de superhéroes, seres inmortales que viven en secreto en la Tierra combatiendo peligrosas criaturas invasoras.

Si la idea de Marvel a la hora de iniciar la nueva fase (¿es la cuatro o perdí la cuenta?) estaba relacionada con llevar sus historias a un terreno aún más épico que el habitual –algo que involucra la creación del mundo, nada menos, y los Dioses que lo habitan– quizás buscar a Chloé Zhao para dirigirla no fue la mejor idea. El fuerte de la realizadora de NOMADLAND tiene más que ver con, bueno, todo lo contrario: mantener a sus personajes con los pies en la tierra salvo que estén arriba de un caballo o domando un toro. Uno puede entender que en eso consiste la apuesta en sí: colocar a una realizadora que viene de un universo naturalista y semi-documental para conservar la escala humana de estos acontecimientos que se extienden por más de 7.000 años y tienen como protagonistas, como queda claro en su título, a un grupo de inmortales que quizás hayan inventado todo lo que existe. Pero si bien en lo visual eso puede dar algunos buenos resultados, cuando el guión va por otro camino no hay mucha magia que se pueda hacer. El resultado final será algo incómodo, desbalanceado, un choque de planetas en el que Zhao sale perdiendo y, habrá que esperar a la taquilla, pero creo que Marvel también.

La otra forma de entender la aparición de Zhao en este mundo no tiene que ver con algo estilístico sino con rasgos identitarios: Zhao es mujer y de origen chino. Y así como en su momento Marvel convocó a Lucrecia Martel para ver si le interesaba trabajar con ellos, me parece que se fijan menos en cuestiones de conexión cinematográfica que en marcar casilleros de otro tipo. ETERNALS es una película cuyos protagonistas –más allá de que no sean técnicamente humanos– podrían definirse como un crisol de razas y de géneros, muchos de los cuales no eran así en los cómics. Y contar con una directora como Zhao le agrega credibilidad en ese sentido más que en cualquier otro. El Oscar a mejor película, se sabe, lo ganó mucho después de empezar este proyecto y quizás no haya sido una buena noticia para ninguna de las partes. Para Marvel, porque las expectativas de golpe se triplicaron y a la película le cuesta estar a esa altura; y para Zhao, porque muchos ahora se preguntan qué necesidad tiene de hacer este tipo de films, más allá de sus obvios beneficios económicos.

Aunque parezca extraño –algunos acá saben que no soy fanático de Zack Snyder– tengo la impresión que para este tipo de historias de Dioses que discuten qué hacer con los humanos y batallas celestiales quizás un cineasta como él podría haber sido más apropiado. Si vas a hacer algo aún más grandioso que los AVENGERS (no en tamaño de película pero sí en dimensiones épico-históricas) quizás lo más conveniente sea ir con alguien que esté convencido de que la realidad es más o menos así y sea un ferviente admirador de esa forma de ver el cine y el mundo. Mi sensación es que esta película no es ni una cosa ni la otra, es una producción a mitad de camino entre dos mundos un tanto separados entre sí: el entretenimiento de Marvel más liviano de gran parte de sus 25 películas previas y algún tipo de reconversión para las nuevas fases que todavía está por definirse. Así como sucedió con cambios previos en los tonos de anteriores películas del estudio, si la gente «compra» lo que ETERNALS tiene para ofrecer, por ahí seguirá por este camino. Si no, como dice aquella frase, a barajar y dar de nuevo…

Será poco lo que contaré de la trama porque sé que los lectores consideran que cualquier cosa que suceda luego de que se apaga la luz de la sala cuenta como SPOILER. Pero iremos por lo que más o menos saben todos los que hayan visto algún trailer. ETERNALS funciona en un mundo casi paralelo al de todo el resto del mundo Marvel –y así fueron creados originalmente para los cómics por Jack Kirby en 1976–, fundamentalmente porque a los «eternos» del título se les ha prohibido interferir con cualquier cosa que suceda sobre la Tierra. ¿Crímenes, muertes, asesinatos, bombas atómicas, Thanos? No pueden meterse. Como dice el texto que abre la pantalla: enviados por los Celestiales liderados por Arishem, su función en la Tierra es la de combatir a los Deviants, mezcla de dinosaurios y monstruos marinos en la mejor tradición japonesa del kaiju, y no se les permite interferir en lo que hagan o dejen de hacer los humanos. Es que, fundamentalmente, observar ese proceso es lo que les interesa a los «dueños del circo».

Tras llegar siete mil años atrás y derrotar a los «bichos» en cuestión, sumando a sus filas a un nuevo miembro, los Eternos se han quedado en la Tierra, actuando en contadas ocasiones –miles de años pasan entre una y otra, digamos– que se irán recuperando y narrando a lo largo del film, sumando así algunas escenas de acción en medio del larguísimo segundo acto. Lo cierto es que han llegado hasta la actualidad y apenas están en contacto unos con otros. Como imaginarán –bah, como vieron en el trailer–, los Deviants en cuestión regresarán y nuestros héroes deberán buscarse, encontrarse (nada fácil en algunos lugares donde no hay buena señal de internet) y combatirlos. Bueno, no solo combatirlos sino entender qué es lo que hay por detrás de esta aparición y de algunas otras cosas raras que vienen sucediendo.

Se trata de un grupo multicultural y multiétnico. Su líder es Ajak (Salma Hayek), la que tiene el celular de los Celestiales y se conecta por línea directa con el tal Arishem, pero la protagonista principal es Sirse (Gemma Chan), curadora de un museo londinense, eterna ¿ex? novia de Ikaris (Richard Madden), otro de los miembros del grupo. A falta de un miembro de la familia Stark como pareja –si es que siguen la paralela mitología de GAME OF THRONES–, la chica ahora anda con otro, Dane (Kit Harington), un mero mortal que le dicen. Sirse está en contacto con Sprite (Lia McHugh), la «Peter Pan» de la banda, que llegó al mundo como adolescente andrógina y ahí quedó. Y con ellos lidia con el primer regreso de una de las criaturas en Londres. De ahí en adelante empieza un peregrinaje que incluye buscar a los demás, recordar algunos hitos y problemas del pasado, además de saber cuál es el siniestro plan que hay –bah, que siempre hubo– detrás de todo.

De a poco iremos recuperando al resto de los Eternos, empezando por Kingo (Kumail Nanjiani, el único personaje que parece salido de películas anteriores de Marvel, el complemento cómico de la banda), que ahora se dedica a hacer películas de Bollywood que seguramente son mucho más ligeras y divertidas que esta. También reaparecerá Gilgamesh (Don Lee), una gigantesca mole asiática cuyo mayor talento es pegarle a estos bichos unos formidables puñetazos en eso que tienen por rostro; Thina (Angelina Jolie) que sufre de algún tipo de demencia ligada a los 7.000 años de sobrecarga de información que lleva encima; Phastos (Brian Tyree Henry), el científico del grupo con marido e hijo (que sería el primer superhéroe gay del MCU); la enérgica y veloz Makkari (Lauren Ridloff) que también es sorda, y el un tanto bizarro Druig (Barry Keoghan), gran manipulador de mentes.

Hay un gran planteo/problema ético como eje del film, que será el que enfrentará a los Eternos no ya solo con los Deviants sino con sus propios mandos y hasta entre ellos, pero quizás el tema más relevante en lo que respecta al contacto de la trama con el mundo real tenga que ver con el futuro de un planeta en peligro por causas mucho más naturales. Seguramente habrá fans que se quejen o se fastidien ante el carácter notablemente «progresista» de los planteos y de algunos de los personajes del film –se sabe que los fans de los cómics no suelen caracterizarse por ser demasiado abiertos en ese sentido, aunque eso parece estar cambiando en los últimos años–, pero de hecho eso está entre lo más interesante que tiene ETERNALS para ofrecer: una distinta tipología de héroes, no solo por sus características específicas sino por el hecho de que, literalmente, sí o sí se necesitan el uno al otro para triunfar. El famoso «héroe colectivo» tan temido por ciertas tradiciones.

Pero esos planteos, que pueden ser muy loables en los papeles, se chocan con la realidad de que, al fin y al cabo, todo debe resolverse con los mecanismos bastante trillados de las películas de superhéroes de Marvel. Ya saben cómo es esto y no hace falta que se los detalle: gente disparando rayos dorados, agarrándose a trompadas con los monstruos y esas cosas. Uno de los problemas con el que se enfrenta el Hollywood «políticamente correcto» de los últimos tiempos es que uno puede tener elencos más diversos, los héroes menos convencionales posibles y tramas más acordes a ciertos pensamientos «actualizados» de la época, pero si los mecanismos narrativos y el repertorio audiovisual no se modifica mucho, esos cambios serán puramente cosméticos, pueden servir a nivel representación pero no cambian nada en lo que respecta al cine. El problema de los ETERNALS de Zhao es que, más allá de esos cambios cosméticos y de algún exceso de exteriores a la hora de la caída del sol –que son marca registrada ya de la realizadora–, el sistema sigue siendo el mismo y la máquina sigue girando sin que nada realmente se modifique. Acaso este film sea la prueba definitiva de lo que todo el mundo sabe: por más «teoría del autor» que uno le quiera poner encima, entre la sensibilidad de una cineasta y la lógica de una empresa, quien tiene todas las de ganar es la empresa.