Estoy acá (Mangi Fi)

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

“Estoy acá (Mangui fi)”, de Esteban Tabacznik y Juan Manuel Bramuglia
Por Ricardo Ottone

Cierto lugar común de la argentinidad dice que este es un país de inmigrantes, y el argentino promedio, si es que tal cosa existe, suele reivindicar con orgullo a sus abuelos o bisabuelos italianos o españoles que vinieron “con una mano atrás y otra adelante”. A pesar de este discurso, no suele estar tan orgulloso y ni siquiera se muestra muy tolerante con las nuevas formas de inmigración (que claramente no son las mismas que las de principios del siglo XX) a las cuales percibe muchas veces detrás de un velo de desconocimiento y prejuicio. Una de estas corrientes de inmigrantes de los últimos años es la que viene de Senegal y es el objeto de Estoy acá (Mangui fi), la opera prima documental de Esteban Tabacznik y Juan Manuel Bramuglia.

Hay una propensión a identificar a todos los inmigrantes de un origen particular en una historia más o menos similar y repetida. Tabacznik y Bramuglia van en contra de esta tendencia y para ello eligen dos personajes que hacen de casos testigos, Ababacar y Mbaye, con situaciones muy diferentes. Ababacar tuvo sus dificultades (le robaron todo apenas llegó) pero pudo insertarse de manera más o menos exitosa en su nuevo país, con un empleo como traductor de la lengua wolof para facilitar la comunicación entre los trabajadores de migraciones y los senegaleses recién llegados, tiene una pareja argentina con la que convive y planea casarse y un nuevo grupo de pertenencia que incluye muchos amigos locales. Mbye tiene dificultades para adaptarse, se gana la vida vendiendo bijouterie en la calle como muchos de sus compatriotas, gana poco, tiene una esposa en Senegal y sueña siempre con volver. Ambos le mandan dinero a sus familias en Senegal (Ababacar tiene además una hija) pero cada uno tiene su propia relación con su país natal. Ababacar tiene una nueva familia, quiere quedarse y adoptó gran parte de los usos y costumbres argentinas. Mbye solo piensa en juntar plata para regresar, cosa que hace en determinado momento (y los realizadores lo acompañan para mostrarlo en su pueblo y junto a su familia) para luego volver a Argentina a seguir trabajando (y seguir soñando con el regreso).

El pasado de ambos puede tener similitudes pero su presente es distinto como también es distinto lo que pretenden para su futuro. Y esa diferencia y la discusión entre ambos acerca de esa diferencia enriquece el film y le da un carácter distintivo. Ababacar y Mbye son amigos y dialogan acerca de sus vidas, sus visiones del mundo y sus expectativas. Y lo hacen con convicción y comprometidos con lo que desean. Difieren mucho y discuten fuerte, y esas discusiones son algunos de los momentos más interesantes. Ambos hablan entre sí en wolof, aunque a veces se provocan con un porteñísimo “tomatelas”, y la cámara los sigue, los acompaña de cerca pero también con una cierta distancia que les permita soltarse y estar cómodos. Los acompaña también por separado en sus casas, en sus trabajos, en sus ritos religiosos de fe musulmana y recoge sus testimonios. Se trata de un retrato respetuoso y emotivo de personajes queribles que, a la vez, echa una mirada reveladora y vuelve cercana a una comunidad con la que convivimos diariamente pero a la que conocemos muy poco.

ESTOY ACÁ (MANGUI FI)
Estoy acá (Mangui fi). Argentina, 2017.
Dirección, Guión y Producción: Esteban Tabacznik, Juan Manuel Bramuglia. Intérpretes: Ababacar Sow, Mbaye Seck, Florencia Curto, Marcos Filardi. Fotografía: Juan Manuel Bramuglia. Edición: Alberto Ponce, Esteban Tabacznik, Juan Manuel Bramuglia. Duración: 77 minutos.