Esto no es un film

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Loco x el Cine

Clandestino y Autorreferencial

No es fácil hacer cine político cuando la libertad de expresión esta restringida. Mucho menos en el caso de que el realizador sea un prisionero político del Estado.

En Argentina, nombres como Jorge Cedrón o Raymundo Gleyser son ejemplos de cine creado y distribuido en la clandestinidad.

Por eso resulta necesario y fundamental la distribución de films como Esto no es un Film.

La última frase resulta paradójica sin dudas. Jafar Panahi está cumpliendo una injusta condena como prisionero político simplemente por ser un director de cine que promueve la reflexión y la crítica a normas políticas y sociales – recordemos Offside, en la que critica que una mujer no puede ver un partido de fútbol en un estadio - a través del uso de la ficción, del arma de la narración.

Acaso el peor castigo que recibió el director es haber sido censurado. Haberlo condenado a no filmar por 20 años.

Como legalmente no tiene herramientas para luchar, decide filmar con medios caseros y enviar la película al exterior de manera clandestina. El título parece ser una advertencia a las autoridades. “Esto no es un film”. Pero resulta que es mucho más que eso.

Es una autobiografía, una visión del mundo, del cine. Una lección de la pasión de un hombre por ser libre de prejuicios y seguir exhibiendo su arte hasta las últimas consecuencias.

Panahi, sin salir de su casa, aprovecha la tecnología digital para hacer un autorretrato, una suerte de reflexión sobre su situación, ficcionando situaciones – charlas con el abogado y su familia – y analizando su filmografía, poniendo en perspectiva escenas de sus obras con su presente como prisionero.

Pero eso no es todo. Panahi demuestra sus virtudes no solo como cineasta, dirigiendo a su camarógrafo en su propia casa, con él como único intérprete, sino que también de narrador. Como si fuera una película dentro de otra, nos cuenta la historia de una chica a la que se le prohíbe asistir a la universidad por normas religiosas y eso termina por enfrentarla con su familia.

No es difícil adivinar la metáfora. Panahi es la chica, el estado representa la familia.

Desde la intimidad, Panahi desnuda sus miedos, su incertidumbre. Se convierte en un antihéroe de una película que no es una película, dirigida por un director que no puede dirigir.

Esto no es un film, es una propuesta ingeniosa y acaso humorística por la ironía y absurdo del caso legal, honesta porque está representada en primera persona, y sensible porque es imposible no sentir empatía e impotencia por el presente – y futuro – de un hombre cuyo crimen es mostrar su verdad al mundo.

Como si fuera el protagonista de un film de Hitchcock, Panahi está encerrado y debe demostrar su inocencia con todo en contra. Esto no es un film es la prueba de su inocencia. Y aunque tenga gusto a testamento artístico, es solo el comienzo de una nueva etapa en la filmografía del realizador de El Espejo.

Poco tiempo después de que Esto no es un Film se exhiba en festivales de todo el mundo, Panahi realizó Close Curtain donde llevó su cautiverio a un lugar más extremo, llamando a un actor para que lo interprete y posteriormente interviniendo en la acción, haciendo aún más difusa la línea entre la ficción y la realidad.

Aunque para Panahi sea una forma de manifestarse, para la historia del cine, este díptico significa muchas cosas: en primer lugar una demostración que la tecnología digital no solo es una herramienta que permite ahorrar dinero en proceso y revelado, sino que le permite a un director filmar con solo un teléfono o una cámara casera sin que nadie se entere. De ninguna manera Panahi habría logrado esto con FILM. En segundo es una nueva muestra que ninguna condena política puede impedir que un artista se exprese aun cuando su vida corre peligro.

El cine clandestino está de vuelta en las calles.

Por último es una confesión y lección sobre como cruzar límites de géneros, como narrar sin narrar, reflexionar de la existencia de la representación con elementos simples.

Sin descuidar nunca la estética, y pensando cada palabra que expresa, Panahi con Esto no es un Film consigue una de las más crudas y directas películas sobre la importancia de que el cine y los directores sigan filmando, sobre la libertad de expresión y su coartación.