Esteros

Crítica de Fernando López - La Nación

Retrato de mesura y sensibilidad

Papu Curotto define con sencillez y autoridad su primer largo. Y también con la cordura y la sensibilidad que no suelen abundar en films que apuntan a los sentimientos que animan las relaciones homosexuales. "Más allá de ser una película gay -dice-, Esteros es una historia de amor. No de cualquier amor, sino de ese que nos marcó porque quedó pendiente y retumbando en algún lugar de nuestra cabeza. Y también la historia de un despertar a la sexualidad, una sexualidad sin prejuicios, porque el deseo existe incluso antes que la noción del sexo."

Como la que viven Matías y Jerónimo, que empezó de chicos cuando disfrutaban de su mutua compañía, que por algún motivo siempre era preferible a la de los otros chicos, sin que hubiera en ello explicación clara, por lo menos no en esos tempranos tiempos, en especial los veranos correntinos que pasaban juntos, uno invitado infaltable en la casa de la familia del otro en Paso de los Libres, cerca de los esteros, repetido escenario de sus juegos, formas de manifestarse mutuamente el cariño que los unía.

Aunque no se lo subraye, algo del prejuicio (una mudanza) ayuda a interrumpir la relación, y cuando años después los dos se reencuentran en los esteros, uno tiene novia y el otro ha asumido su sexualidad, pero el afecto y la atracción perduran. La historia no innova demasiado, pero la mesura y la sensibilidad de guion y dirección y la química que aportan los actores enriquecen el film, que no carece de atractivo visual.