Esteros

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Una historia de atracción y deseo postergados en el tiempo es el puntapié de este cálido relato que cuenta una historia de amor entre dos amigos de la infancia.

Basada en su cortometraje Matías y Jerónimo, el director Papu Curotto salta al largometraje con la misma temática: la búsqueda de la identidad sexual a través de una historia de deseos postergados a lo largo del tiempo.

Esteros cuenta la historia de dos niños que pasan sus vacaciones familiares en Pasos de los Libres, Matías y Jerónimo, a quienes el destino separa porque el padre del primero se debe instalar en Brasil por cuestiones laborales. Los chicos crecen entre bailes, baños y películas, y el deseo no tarda en aparecer.

El relato, cruzado por los prejuicios familiares y alimentado por miradas cómplices y silencios, encuentra a estos personajes diez años más tarde, encarnados por Ignacio Rogers y Esteban Masturini, pero la situación es distinta: Matías está en pareja con una brasilera y trabaja como biólogo, mientras que Jerónimo, declarado homosexual, se dedica al mundo del cine. Ellos son adultos pero el paréntesis que atravesaron no cambió sus sentimientos.

En un escenario natural pantanoso donde las lluvias repentinas no parecen lavar el deseo contenido, Esteros juega con la idea del reencuentro y de las relaciones postergadas por diferentes motivos en una película que también se codea con el cine de temática gay desarrollado por el realizador Marco Berger.

Sin otras intenciones que las de entregar un relato sencillo, sin estridencias y con una cámara que está siempre cerca de sus protagonistas, la propuesta se muestra complaciente en su desenlace, alternando pasado y presente, y en medio de aguas tranquilas que se siguen agitando debajo de la superficie.